Sabino Cuadra Lasarte
Sanfermines-78: gogoan!

Se nos ha ido «Madero»

Se ha ido sin poder echar mano del cuello a Martín Villa, uno más de sus sueños. No te preocupes Madero. Trataremos de hacerlo realidad.

A pesar de conocerle desde hace más de cuarenta años, pasaron muchos sin conocer su verdadero nombre: Antonio Salinas. Para la gente que lo conocía, su nombre era «Madero». Y cuando se presentaba ante alguien, lo hacía así: «Madero, pero de los de árbol, no de los de uniforme. No nos confundamos».

Se nos han ido sus ciento y bastantes más kilos de humanidad y sentimientos solidarios para con todos los mundos con los que tropezaba. En la asociación vecinal de Alde Zaharra, de la que fue padre fundador, barrio este donde siempre tuvo su corazoncito. Después, en Sanduzelai, su actual barrio, fue perejil en todas sus movidas. Actualmente estaba cabezón con sacar adelante la peatonalización de la rotonda, soterrar el tráfico y hacer de ella una plaza. Nos enseñó sus planos del proyecto, lleno de arbolicos y bancos para los abuelos. Los concejales del Ayuntamiento sabían de su tozudez.

Militante antifranquista, y de los finos, allá por los setenta. La policía lo tenía fichado, pero él también a ella. Con ella tuvo su toma y daca. Hay testigos de ello. Fue compañero y camarada (LKI) de Germán Rodríguez, asesinado en los sanfermines de 1978 por la otra madera, la uniformada. «Me partieron el alma» me dijo una vez después de una reunión de Sanfermines 78: gogoan!. Y se ha ido sin poder echar mano del cuello a Martín Villa, uno más de sus sueños. No te preocupes Madero. Trataremos de hacerlo realidad.

Por si no tenía tajo suficiente, tras la jubilación no paró de meterse en nuevos líos. En el Comedor Social París 365 conocieron de su disposición y generosidad: «Hay que echar una mano a esta gente mientras, que parece que eso de la revolución va para largo», decía. También en la Plataforma en Defensa del Patrimonio Navarro, reivindicando la devolución de los bienes robados por la Iglesia: «Estos curas no van a cambiar en la puta vida», sentenciaba. Un día apareció por nuestras reuniones de Sanfermines-78:gogoan!, y no hubo forma de echarle porque se hizo imprescindible.

Militante de base. Siempre tocando tierra, junto a la gente. Paso corto y mirada larga. Master en intendencia y logística, porque «¡hay que dejarse de tanto rollo y estar a lo que hay que estar!». Aderezado todo ello con una socarronería y un humor que escondía tras su bigote, tenía por costumbre apostillar de esa manera muchas de sus intervenciones. ¿De dónde sacaba este hombre tanto juego de palabras, refranes y sucedidos?

Nos ha hecho daño tu marcha, Madero. Mucho daño. Pero no te preocupes, ya se nos pasará. Sentimos que el puto bicho que se te ha llevado por delante no nos haya dejado decirte lo mucho que te hemos querido. Y no poder dar también unos besos a Ima y a Jone, tus grandes amores, y a Jandro, Pili... Seguiremos removiendo todas tus salsas para seguir alimentando tus sueños, sin dejar ni uno solo, porque son también los nuestros. Adiorik ez!

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