Patxi Zabaleta
Miembro de Nabarralde

Segundo centenario de Navarro Villoslada

Navarro Villoslada, que en su juventud había sido un miliciano y un escritor comprometido contra Carlos V, se convirtió a los 50 años en colaborador íntimo de su nieto Carlos VII.

Este año pasado se han cumplido dos siglos desde que nació Francisco Navarro Villoslada. Nació en Viana y murió en su pueblo natal en 1895, es decir cuando iba a cumplir 77 años; aunque la mayor parte de su vida la pasó en Madrid.

Navarro Villoslada es el primer escritor navarro que logró un reconocimiento amplio como novelista. Su novela más famosa, que es “Amaya o los vascos en el siglo VIII” ha tenido un enorme éxito e influencia; no solo en la literatura castellana, sino incluso en la literatura vasca; y sobre todo, en la sociedad y en la cultura vasca y también en otras latitudes. Además, es una influencia, que perdura a lo largo del tiempo.

Gracias a Villoslada se expandieron y arraigaron con firmeza los nombres, historias y leyendas inventadas o remodeladas por su amigo Joseph Agostin Chaho. Además de otros muchos cuentos y relatos breves, escribió tres novelas largas, “Doña Blanca de Navarra”, “Doña Urraca de Castilla” y la ya mencionada “Amaya o los vascos en el siglo VIII”. Fue esta última obra, la que le dio verdaderamente la fama a Navarro Villoslada.

Además de novelista, fue también poeta y dramaturgo, aunque de escaso éxito. Pero sobre todo, se hizo famoso como periodista; trabajó en muchos diarios y revistas de Madrid, y después de ser director en cinco o seis de ellos, fue fundador, director y al final propietario de “El Pensamiento Español”, un periódico, que se editó durante 15 años –1859/1874– y alcanzó a ser el tercero más vendido de España en los años 1869-71.

También hizo su carrera en el campo de la política. Fue diputado en cuatro ocasiones y senador una vez más; dos veces por la merindad de Estella y otras dos por Pamplona y senador por Barcelona. También fue nombrado para diversos cargos políticos de segundo rango a lo largo de su vida, tanto en Madrid, como en Vitoria-Gasteiz, de donde era su mujer y donde vivió tres años y conoció a Chaho, que se hallaba en aquella ciudad desterrado de Francia por Napoleón III.

En cuanto a su ideología política siempre estuvo teñida y orientada a la defensa de la religión católica, quizá por influencia de la tradición familiar, aunque en su juventud se alineó en el bando liberal y frente a los carlistas. Tenía dos tíos curas, que eran canónigos en Santiago de Compostela, a donde fue llevado a estudiar en su adolescencia. Sin embargo, su bautismo literario es una obra de teatro juvenil llamada “Luchana” escrita en 1839 en contra de Carlos V y a favor de Espartero, que acababa de ganar en ese barrio de Bilbao una batalla al parecer decisiva contra los carlistas. El padre de Navarro Villoslada, además de terrateniente y administrador de importantes haciendas agrícolas, era miembro de la Guardia Nacional y encargado del mantenimiento de las murallas de Viana, que aún eran un elemento bélico importante; y estos cargos le impulsaban por lo visto, hacia el lado del Gobierno de Madrid y hacia el bando de los liberales.

Navarro Villoslada se afilió al partido carlista en 1868; es decir a los 50 años. Vivía en Madrid y además de ser el director y el dueño del periódico “El Pensamiento Español”, formaba parte del poderoso clan conocido como el de los «Neocatólicos», aunque ellos rechazaban ese apelativo. Fue un aluvión el conjunto de grupos, organizaciones y gentes, el que ingresó en el carlismo en aquellos años. Parecía que se hallaban más cerca del poder que nunca. Se había destronado a la reina Isabel II, se había proclamado y derogado la primera república, se había nombrado y destituido al rey Amadeo de Saboya, etc. El joven pretendiente a rey Carlos VII nombró inmediatamente consejero y secretario personal a Navarro Villoslada y ambos realizaron juntos varios viajes por distintas naciones de Europa. Pero Villoslada entró en fogosos debates y discusiones con otros consejeros del pretendiente real y pronto tuvo que abandonar los altos cargos del carlismo. La paradoja es que Navarro Villoslada, que en su juventud había sido un miliciano y un escritor comprometido contra Carlos V, se convirtió a los 50 años en colaborador íntimo de su nieto Carlos VII.

Parece a todas luces que Carlos VII y Villoslada tuvieron fuertes divergencias en cuanto a iniciar y llevar adelante la guerra; pues éste último no veía virtualidad en lo que manifestaban otros consejeros. No está claro en qué y en donde anduvo Villoslada durante el tiempo de la última carlistada, es decir de 1872 a 1876. Ya había sido detenido en una ocasión; y tal vez, anduvo medio escondido. Dejó la dirección del periódico en manos de su hermano Ciriaco y luego lo cerró. No dejó noticias de aquellos años en los papeles personales en contra de su costumbre. Pero a juzgar por las apariencias, en esos años terminó su novela Amaya, aunque ya llevaba más de 30 años trabajando en su entramado y en la recopilación de su temario.

En 1918, es decir hace ahora 100 años, se organizaron en Pamplona-Iruña unos ambiciosos Juegos Florales para celebrar el primer centenario del nacimiento de Navarro Villoslada. Resultan muy significativos los temas, las reglas y la cuantía de los premios. El presidente y el secretario del comité organizador fueron Antonio Baztan y Jesús Etayo; y el pregón de inicio lo impartió el político ultraderechista Victor Pradera. Un premio, quizá el primero, fue ganado por Alberto Perailea con un poema titulado “Navarra”. El segundo premio, es decir la flor de plata, era nada menos que para un soneto escrito en euskara… Pero no he logrado saber si hubo un ganador. Lo más extraño sin embargo, es que se llegaron a establecer premios de hasta 1.000 pesetas en aquellos juegos florales; y eso era un dineral en aquel tiempo. Además en aquel primer centenario se le puso a Villoslada un monumento en la Taconera de Pamplona… Ahora parece ser que lo trasladarán al lugar que quede desocupado cuando se retiren los restos del que fuera monumento del general golpista Sanjurjo. En mi opinión los monumentos, símbolos e imágenes se atan y se amasan con el sitio y el entorno en que han sido colocados, extrañan los cambios y ya fue movido antes más de una vez el monumento de Villoslada… ¿No sería mejor dejarlo en el lugar en que está?

Francisco Navarro Villoslada fue un personaje importante en la cultura vasca; y así por ejemplo, la innegable influencia, que tiene Chaho en ella se incorporó por su mano. Campión en 1902-1903 le dedicó una larga saga de alabanzas en la revista “La Avalancha” bajo el título de “Análisis Crítico”. El fraile Neomuceno Goy escribió una biografía de él, que más parece una hagiografía por estar también atiborrada de alabanzas. El profesor Carlos Mata Indurain ha trabajado un análisis riguroso y completo en su tesis e investigaciones posteriores, aunque por desgracia se le nota una pizca de dependencia con respecto a Jon Juaristi y demás supuestos pensadores mercenarios. La mayor aportación a Villoslada en el último siglo se la ha efectuado Segundo Otatzu, al publicar en la editorial Mintzoa sus obras completas.

De todos modos, no cabe olvidar que ante la historiografía y la perspectiva moderna de hoy día de la cultura vasca, la estampa histórica dibujada por Villoslada ha quedado obsoleta. El reino de Pamplona no surgió del efecto de la reconquista mítica contra los musulmanes, sino de las batallas de Roncesvalles y de las largas confrontaciones habidas con godos y francos. Pero eso sería tema de otra reflexión… ¿Y para cuando otros Juegos Florales en Navarra?

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