Joseba Pérez Suárez

Semántica para jugar al despiste

Similares sucesos, pero distintas calificaciones, en un disimulado intento de evitar la presencia de Bildu en la primera declaración, pero sí contar con ella en la segunda

Decía Paulo Coelho que existe un lenguaje que va más allá de las palabras, algo que a esta sociedad no le resulta chocante, acostumbrada como está a manejarse en expresiones que insinúan más de lo que dicen, cuando no terminan por dejar al descubierto aquello que, pretendiendo soslayar, resulta diáfano cuando no es la absoluta sinceridad la que guía nuestros pasos.

Desde que a las huestes de Sortu les dio por acuñar determinada palabra-tabú para evitar hablar claro de la aberración que supuso, tanto en nuestro país como en el de al lado, la eliminación física de quien no comulgara con determinados ideales, la semántica se ha vuelto asignatura obligatoria en la política vasca, a fin de que una coma de más o de menos no nos sitúe en el bando equivocado.

Queda claro que ese pretendido objetivo de mantener prietas las filas de quienes conforman su entorno ideológico, así como la obsesión porque nadie les pueda tildar de revisionistas, les ha llevado a realizar un ejercicio de equilibrismo tan difícil de realizar como atrabiliario para una sociedad, la nuestra, harta ya de un asunto que hace tiempo se le ha hecho «pelota» y que, en mi humilde opinión, pretende alojarlo en esa «papelera de reciclaje» donde su memoria desecha lo que entiende como un mal sueño. Porque, por duro que parezca, hay una gran parte de esta sociedad que interpreta esa fase como algo a olvidar, sí, a desechar y de la que no pretende sacar lección alguna. Triste final, por cierto, para un asunto que tanta sangre, dolor y lágrimas ha generado en todos los ámbitos ideológicos de nuestro país, desde el soberanismo al constitucionalismo y del autonomismo al pasotismo más ramplón. Y, al parecer, una parte, supuestamente hegemónica, de esa izquierda abertzale no está dispuesta a realizar ese análisis.

Desde mi particular certeza de que la ambigüedad en su lenguaje no hace sino tratar de esconder lo que no están en disposición de rechazar, desconozco si los Otegi y compañía eran conscientes del efecto bumerán que la dichosa palabra iba a tener sobre el proyecto ideológico que conforma la actual EH Bildu y si contaban, o no, con la torticera utilización que de ella iban a realizar unas supuestamente pensantes cabezas autonómico-constitucionalistas, más pendientes de mantener su hegemonía política, desgastar las siglas amenazantes y seguir ahondando en las diferencias, que de trabajar por la reconciliación de esta sociedad y desarrollar lo que promulgan los estatutos de sus respectivas formaciones.

Esa «condena» que resultaba insoslayable, el pasado 3 de junio, para la mayoría de formaciones de la cámara autonómica a la hora de denunciar la vergonzosa agresión a un militante del PP en Gasteiz, abofeteado y humillado en plena calle, no había problema alguno en convertirla en «el más enérgico rechazo» cuando esas mismas formaciones, siete días después, denunciaban la no menos vergonzosa agresión homófoba ocurrida en Basauri contra un joven de esa localidad, a quien otra gente pateó en la calle hasta dejarlo malherido. Similares sucesos, pero distintas calificaciones, en un disimulado intento de evitar la presencia de Bildu en la primera declaración, pero sí contar con ella en la segunda, de manera que quede nítida y palpable la supuesta diferencia que la coalición abertzale mantiene con respecto a determinado tipo de violencia y a sabiendas de que es ese uno de los impedimentos claros que esa formación tiene para tratar de romper su techo electoral. El perverso juego político en el que ciertas siglas han convertido su actividad, deja claro el verdadero nivel de determinada clase política de nuestro país, haciendo bueno el aserto del argentino Enrique Larreta, que mantenía que la excesiva riqueza de vocabulario, suele encubrir pobreza de pensamiento.

Cuánto remilgo en la formación jeltzale para relacionarse adecuadamente con aquellos a quienes reclama posición firme ante la violencia etarra, pero qué tragaderas tan amplias para gobernar y llegar a acuerdos con quienes impiden investigar el franquismo y sus tropelías, el 3 de marzo gasteiztarra, la corrupta monarquía o el terrorismo de Estado, en los que tantas circunspectas personalidades tienen enfangado su historial hasta el mismísimo cuello.

Transcribo literal:

-Condenar: reprobar una doctrina u opinión.
-Reprobar: no aprobar, dar por malo (sinónimos: censurar, condenar, rechazar).
-Rechazar: contradecir lo que otro expresa o no aceptar lo que propone u ofrece.

¿Las formaciones políticas vascas se han parado a pensar que la destinataria de sus mensajes es la sufrida ciudadanía y no la Academia de la Lengua? En fin, en estas cosas andamos. De primero de entendederas, vamos.

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