Joan Llopis Torres

¿Somos un estado laico?

Sin leer este escrito, todos sabemos la respuesta, tanto si nos hemos dicho a nosotros mismos que sí o que no. Nos hemos contestado según quienes somos, según sean nuestras convicciones, según nuestra religiosidad, o por no tener ninguna fe ni práctica religiosa. Y éste es (a mi juicio, esto quede dicho) el error. No es un error cualquiera. Este es un error de consecuencias graves o, para otros, de consecuencias deseadas y, por tanto, no tienen para ellos gravedad alguna, sino un efecto restaurador de todos los males de una sociedad. Digamos rápido que ambos están equivocados y, aquí, sin duda, sí con consecuencias perniciosas para nuestra y cualquier otra sociedad, sobre todo si esta disyuntiva se discrimina desde el Estado, con evidente ignorancia, o haciendo trampas en este solitario que, aquí también, solo juega el diablo, aunque sea un diablo laico o sea un diablo religioso, que en ambos casos es el mismo quemarse, puesto que estamos hablando de las alternativas del diablo. Pues, si como resultado a estas alturas de la Historia con mayúscula, no establecemos un estado laico, podríamos pensar con más razón (iba a decir) que un santo que establezcamos un estado medieval. O, con más razón que cualquier otro que no crea en los santos, y, sin embargo, esté cargado de razones. Y, yendo cerrando el círculo, vuelve a estar alguien haciendo trampas en esta diabólica rotura de lo que debería plantearse en otros términos. Los términos que distinguen la moral de la ética, siendo ésta última la que debe conducir la conducta de los ciudadanos y la del Estado. La ética y la moral son la misma cosa, puesto que se traduce en la conducta apropiada de cada uno de nosotros, si bien el ámbito de aplicación al que responden estas conductas, éticas o morales, son diferentes. La ética responde a convicciones cívicas, la moral es dependiente de cada particular doctrina religiosa que cualquiera puede practicar según sus creencias y libertad religiosa, donde quiera que exista, lamentablemente siempre en conflicto en sociedades polarizadas, inexistente en otras y cuando no, manipulada. Esta última (las manipuladas), a menudo, más vergonzosa, ya que se da en sociedades supuestamente avanzadas en valores que nada tienen que ver con aberraciones superadas que, otra vez supuestamente, viven en presente y no en pasado (lo que creemos equivocadamente dejado atrás), sin embargo, viendo una geografía aquí (la nuestra) y otra allá (como la India, que vive estos conflictos sociales permanentemente sin resolver, por poner un ejemplo en el que en estos mismos días, hoy está su gobierno sumido en esta partida en la que todas las cartas están marcadas y solo sonríen dios y el diablo, o aquellos que ganan, un rato unos y otro rato otros, y así será hasta que los tramposos dejen de hacer trampas, o hasta el final de los días, y, según esos mismos, aún más allá.

¿Nos hemos contestado a esa pregunta, qué sí? (¿Si somos un estado laico o no lo somos?). ¿Nos hemos contestado que sí porque así lo expresa nuestra Constitución, que obliga todas nuestras leyes y obliga nuestra conducta? pero, ¿no hemos dicho también que de origen y voluntariamente (de esto tenemos la certeza) no existe esa voluntad de libre convivencia sin imposiciones de unos sobre otros? ¿De verdad no existe una corrupta −por fingida− voluntad (solo en apariencia) de vivir, que significa convivir, en estas libertades? Bien, Nadie quiere ser ciego y no ver, pero a los ojos de la inteligencia que son los ojos del entendimiento, a muchos les da igual, sino no ver, esa miopía interesada que, por otra parte, siempre termina en las mismas consecuencias de la ceguera.

Para seguir en el mismo ejemplo, se puede ver qué ocurre en la India.

En la India se legisló −por decirlo aquí en grueso y sin detalle− en contra de los musulmanes, ciudadanos establecidos, que practican la religión del Islam (que esto son los musulmanes, no los moros, que de estos polvos y estas confusiones vienen esos planteamientos que tanto inciden en nuestra sociedad, que tanto motivan a políticos oportunistas (aquel diablo), haciéndose ellos los ignorantes o haciéndonos ignorantes a nosotros. Ahora, en aplicación de leyes antimusulmanas, el conflicto es nuevamente inevitable, otra vez la ceguera oportunista de los políticos de paso corto alejados de horizontes de libertades y nobleza. Aquí sufrimos de unos cuantos muy notorios. Se distinguen por querer leyes discriminatorias, según el origen de aquellos a quienes quieren aplicarlas, también por etnias y según su religión, también les atribuyen una mayor incidencia en la delincuencia, cuando pueden decirse dos cosas, una, que la aplicación de las leyes, es decir, la justicia, es igual para todos, es así o debería ser así de sencillo; esto, sin valorar en modo alguno el color de la piel, origen, el sexo de quien delinque ni cuáles son sus creencias, la referencia está en los derechos humanos, no en la atribuida candidez a quienes creen (creemos) en la igualdad de la justicia y en esos derechos. La aplicación de la ley es suficiente. Y decir el segundo: Para un estado laico, la única y mejor legislación sobre religiones es la que no existe, a menos que obliguen a alguna conducta contraria a la ley de ese mismo estado (solo dicho para entender mejor la no necesidad de ninguna legislación que lo contemple, pues ni eso es necesario, sino todo lo contrario). Se entiende que la religión y sus prácticas, en cada caso, es de ámbito privado, y nada de público concierne ni es de su influencia, es así o debería ser así de sencillo. También en las escuelas. La religión es, en su caso, solo de ámbito familiar o privado sin otra posible trascendencia. Ni en las escuelas la religión debería ser optativa y diferencial, solo el conocimiento, no la práctica y ningún proselitismo.

Cómo entender que en un estado laico se escolarice masivamente a los niños y niñas en escuelas religiosas, que significa doctrinales.

(En el extremo de esta dificultad de entender, como particularidad, se puede leer que todavía hay colegios concertados en comunidades autónomas que separan a niños y niñas en toda la enseñanza obligatoria, aunque la ley educativa impide la financiación pública de colegios no mixtos, estando la mayoría vinculados al Opus Dei, lo que indica el abandono, dejadez y supeditación del Estado a la Iglesia católica. que ha sido acusada de proselitismo agresivo, secretismo, sectarismo, de difundir creencias ultraconservadoras, de búsqueda de poder e influencia política, y de utilizar métodos coactivos con sus miembros, con abuso de poder y sometimiento de las mujeres, «algunas dejadas por sus padres en la Orden, trabajaron desde los doce años en régimen de esclavitud», amparándose en la defensa del sacrificio que lleva a la santidad, llevándolo al sacrificio corporal, hasta la mortificación. Una miembro del Opus, la primera vez que acudió al cine con un compañero de trabajo pensó que a la salida le caería un rayo encima. Estaba segura de su muerte. El día que ingresó en el Opus Dei tenía 14 años. Ésta es la misma Iglesia Católica que el Estado laico español permite legalmente educar en las escuelas concertadas y privadas: En la Iglesia católica regular, en una encíclica, el Papa Juan XIII orientaba a los fieles católicos a la mortificación.

Un informe estima que 216.000 niños fueron abusados por sacerdotes católicos entre 1950 y 2020, y que tener en cuenta los abusos cometidos por otros empleados de la iglesia católica aumenta el número total a alrededor de 330.000. Alrededor del 80% de las víctimas eran niños.

De hecho, nada extraña que haya cultos de posesión por espíritus, supersticiones y santerías, sacrificios de animales y sacrificios humanos. Muchas creencias con cultos diversos, como el culto a los ancestros, tienen origen africano y fueron esparcidas por todo el mundo por las rutas de la esclavitud, como en todo el continente americano. La santería, en una de sus reglas, es una religión que tiene sus orígenes en la tribu africana Yoruba: un pueblo proveniente de Dahomey el que hoy conocemos como Benin, así como también de Nigeria, esparcida a lo largo del río Níger −en un escrito publicado "Vuelo para pollos" que se puede encontrar en Google, se explica cómo un día atravesé por el puente de Onitsha este inmenso río. Otro asunto relevante de conflicto religioso es el terrorismo de Boko Haram, que hace pocos días secuestró a 285 escolares en el estado federal de Kaduna. Sabiendo que muchas veces los conflictos religiosos esconden otras miserias.

El hallazgo de cincuenta cadáveres y restos humanos en un bosque del norte nigeriano ha revelado la existencia de ritos satánicos y santuarios dedicados a la «magia negra» por los que la policía ha detenido ya a treinta personas. Fueron 50 los cadáveres hallados en avanzado estado de descomposición, así como 20 cráneos y esqueletos, en varios santuarios en un bosque del estado de Anambra, según informó hoy la televisión (...). practicaban sacrificios humanos para «agradar o aplacar a los dioses».

Los sacrificios humanos son la ofrenda de un ser humano a una deidad en señal de homenaje o expiación.

«Una novia infantil en Nigeria sobrevive a los abusos domésticos y al intento de sacrificio humano». ¿Por qué nos extrañamos? ¿No nos explica la Biblia que Abraham, muy resuelto, todo decidido, iba a sacrificar a su hijo Isaac para probar su fe, hasta que un ángel le detuvo y le ofreció un cordero para el sacrificio? ¿Dónde está la diferencia? ¿cuál es el escándalo? ¡Hablamos de Abraham!

Yuyu es un término empleado para designar algunas prácticas mágico-religiosas de la religión tradicional del África Occidental, también se refiere al uso de objetos para realizar actos mágicos o de brujería. Aquí, nosotros sabemos lo que es un «yuyu».

Al sostener un rosario durante la oración, los creyentes representan a la Virgen María con una rosa de la Corona de Rosas. Significa el don del brillo espiritual. Si una persona decide regalar un rosario a otra persona, indica que el rosario será su guía en la vida cotidiana. Un rosario, una estampa o una medalla religiosa o un escapulario ahora son recordatorios, ahora protegen a quienes los usan.

El peor engaño es engañarnos a nosotros mismos. La mejor legislación es la que no existe, ni para favorecer ni para perjudicar, por eso ningún colectivo podría ni debería creerse perjudicado. Dicho esto sabiéndonos en una monarquía, en un Estado, que se sostiene con pilares insostenibles, por la ficción de estos pilares y sus conductas, inconsistente y sobre fingimientos por intereses que nada tienen que ver con estas libertades y derechos de las personas, que defendemos por encima de las falsedades con las que gran parte de nuestra sociedad rehuye estos derechos de los demás, no ya a estos derechos y libertades, sino mucho peor y degradante para nuestra sociedad, a las personas que deberían de gozar de estos beneficios que nos relacionan unos con otros.

Ese mandamiento, si lo fuera, solo sería ético, sería solo una llamada; si fuera un ruego, solo lo sería cívico y social, y se resumiría en uno solo, en sí mismo: La religión, las creencias y la fe de cada uno, en su casa y encerrada con llave, y, en las escuelas, en todas las escuelas del Estado, todas públicas, al menos en Cataluña, en cuanto a la religión, las creencias y la fe de cada uno, cerradas con cerradura y cerrojo.

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