Mikel Arizaleta
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Stolperstein o una piedra en el camino

Quizá se han paseado estos últimos años por alguna calle de Alemania, y quizá, muy fácil, se hayan encontrado en alguna de sus aceras esta piedra en el camino. La llaman Stolperstein, diríamos algo así, ¡ojo, pueden tropezar, una piedra en el camino!

Se le ocurrió al escultor berlinés Gunter Demnig. Son, como se puede ver y leer en internet, cubos de cemento de 10 x 10 x 10 centímetros que en la parte superior llevan incrustadas una placa de latón de 10 x 10 centímetros. En ésta se encuentran grabados los datos esenciales de la persona que se conmemora. Estos monumentos son colocados en aceras, haciendo el hueco necesario para ser acogidos y encementados, formando ya parte de ellas, quedando su superficie superior casi al ras del suelo, siendo este adoquín recubierto con el leve espesor de la placa metálica. Este resalte sobre el nivel del suelo podría ser, tal como ocurre en la colocación de adoquines y baldosas, motivo de tropiezo para el caminante. De ahí su nombre. Lo que se pretende es que el caminante, al percibir el resalte en el camino, se detenga y se incline para leer lo escrito en la placa que, en general se dice: Aquí residió, aquí vivió, aquí enseñó, aquí actuó etc, el nombre de la víctima, año de nacimiento, su destino, por lo común la fecha de la deportación o de la muerte. Esta inclinación ante la placa, para leer lo allí escrito, podría equivaler a un gesto de respeto por la persona que se recuerda en ella. Se intenta no dejar caer en el olvido la barbarie cometida. Se procura que la piedra sea colocada frente al último domicilio que ocupó voluntariamente la víctima. Debido a que tras la guerra hubo calles que al quedar destruidas sus casas, su espacio se convirtió en espacios públicos como parques, polideportivos, etc., en estos casos las piedras son colocadas lo más cerca posible de la última residencia pero siempre en aceras o caminos, para que el caminante "tropiece" con ellas”.

El primer adoquín se colocó sin permiso alguno el 16 de diciembre de 1992 ante el Ayuntamiento de Colonia, con motivo del 50 aniversario de la orden dada por Heinrich Himmler para la deportación de “gitanos”, en el que se grabaron las primeras líneas del texto del decreto de deportación. Y fue el 19 de julio de 1997 cuando la administración de la localidad St. Georgen de Salzburgo, (Austria), a propuesta de la iniciativa artística "Knie" y del Servicio Austriaco de la Memoria, una organización dedicada al recuerdo de las víctimas del nazismo de esta localidad, le permitió colocar legalmente sus dos primeras piedras dedicadas a testigos de Jehová represaliados en la ciudad. Fue en el 2000 cuando se autorizó oficialmente en Alemania para que en la ciudad de Colonia se colocaran las piedras proyectadas  para esta ciudad. A partir de este momento, en los años sucesivos, el proyecto tomó fuerza, fue difundido ampliamente, adquiriendo gran importancia, convirtiéndose en el monumento recordatorio más descentralizado del mundo. Las piedras, una vez colocadas, pasan a ser propiedad de la ciudad o municipio.

A finales de 2008 se habían colocado en unas 400 ciudades alemanas unos 17.000 "Stolpersteine". Hoy son muchísimas más. Los "Stolpersteine" son financiados por donativos, colectas y apadrinamientos de ciudadanos individuales, clases de colegio, categorías profesionales y comunas. Un cubo cuesta 120€ a partir de enero del 2015: gunter@gunterdemnig.de

Intención nuestra es colocar cuatro en nuestra ciudad de Bilbao, por la especial gravedad que cuatro instituciones públicas han jugado en nuestros últimos años de calvario y tortura: ante la Jefatura Superior de Policía, c. Gordóniz 8 (Bilbao, centro de tortura): “Aquí la policía española torturó durante años a ciudadanos”, ante la Comandancia de la Guardia Civil de Bizkaia, Pl. La Salve (Bilbao, centro de tortura de la guardiacivil): “Aquí la guardiacivil torturó durante años a ciudadanos”, ante el Gobierno Civil-Subdelegación del Gobierno, Plaza Elíptica, máxima autoridad de ambos: “Aquí se autorizó y amparó la tortura a ciudadanos”, y ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Barroeta Aldama kalea 10 (Bilbao), por su silencio judicial y su colaboración silenciosa ante la vulneración de derechos humanos y la tortura: “Aquí se amparó y guardó silencio ante la tortura a ciudadanos”.

Sólo cabe esperar que la autoridad colabore en nuestra ciudad en la colocación de los cuatro monumentos de recuerdo y repulsa.

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