Sunsundegui / Irizar
Me voy a meter en un jardín del que posiblemente saldré a gorrazos, pero no me importa, mis espaldas son anchas y aguantan con todas las críticas que me caigan de un lado u otro. El fin que me impulsa escribir estas líneas es bueno y merece la pena correr ese riesgo.
Soy un goyerritarra que reside en Iruña desde hace 57 años y tengo simpatía por las dos empresas del encabezamiento, las dos producen carrocerías de autobuses y aunque confieso que soy totalmente profano en estos procesos de fabricación, me dejo llevar por la intuición, por los signos externos y los comentarios de un amigo, ya fallecido, empresario de una compañía de autobuses.
Las dos empresas distan una de otra a menos de 30 kilómetros, tan solo les separa el puerto de Etzegarate.
Una va como una moto, Irizar, es líder nacional de carrozar autobuses de gran calidad y dispone de plantas de producción, en Ormaiztegi (la sede principal), en Idiazabal y en Aduna, además de tener plantas en Marruecos, Brasis, México, Sudáfrica y ha tenido también en China.
La otra, Sunsundegui, procedente de Irún, se estableció en Altsasu en los años 50 del pasado siglo. Yo la conocí en los años 60 cuando desde Vitoria visitaba a los dos hermanos Sunsundegui ofreciéndoles muebles y maquinaria de oficina, que era mi trabajo por aquel entonces.
Los autobuses que carrozaban, según mi amigo, eran más lujosos, y por lo tanto destinados a un mercado más reducido, pero me da la impresión, repito desde la más completa ignorancia, qué, aunque sus carrocerías son de gran calidad, su proceso de fabricación es más artesanos y por ello el precio a que sale cada carrocería es superior al precio a que las vende. Y ya se sabe, lo del fabricante de tornillos «en cada tornillo que fabrico pierdo un céntimo, pero no importa, fabrico miles».
Sea por esta causa o por otras, el caso es que lleva unos años que sale a menudo en los medios de comunicación por las dificultades financieras que atraviesa y es la preocupación del Gobierno de Navarra por buscarle un socio que aporte el capital necesario para que pueda hacer frente a la carga de trabajo, que sin duda tiene y qué, de no aparecer este socio está condenada a su desaparición, lo que supone una gran pérdida y un drama, tanto para los trabajadores, sus familias, como para las empresas auxiliares y en definitiva y para toda la comarca alsasuarra.
Recientemente, se malogró la operación de carrozar los chasis de la marca Volvo, que hubiera supuesto un seguro de continuidad. Estos días aparece en la Prensa el interés del grupo belga Dumarey-Punch, para carrozar vehículos impulsados por hidrógeno verde, esperemos que fructifique el proyecto y se asiente el futuro de la planta.
De no ser así, aunque desconozco, seguro que habrá habido contactos entre las direcciones de las dos empresas y por lo que sea a Irizar, de momento no le ha interesado intervenir a salvar a la que es su competencia. Sea por las dos diferentes formas sociales, una Sociedad Cooperativa y la otra SA, o porque Irizar esté esperando a la desaparición y posterior liquidación de Sunsundegui y hacerse con ella a coste cero.
Aunque aparentemente sean competencia, cada una de ellas tiene su propio mercado. Me viene a la memoria el caso de dos grandes fabricantes de automóviles (en tiempos del motor a explosión, en el presente con el vehículo el eléctrico en ciernes la cosa puede cambiar) en la misma ciudad alemana, de Stuttgart, donde Mercedes y Porsche, aunque en la actualidad esta segunda pertenezca a Volkswagen, han estado conviviendo muchos años (tienen sus museos a 200 metros una de otra, por cierto el de Mercedes una maravilla tanto su continente como en su contenido), y cada una tiene su mercado de clientes, los de Porsche más minoritario y selectivo, pero que no pone en duda la calidad de Mercedes. Seguro que a pesar de ser compañías diferentes, cuentan con muchos socios comunes, e incluso comparten miembros en sus respectivos consejos de administración.
En lo que respecta a las carroceras, aunque sean competencia, sus carrocerías estarán lo suficientemente diferenciadas para tener cada una de ellas su propio mercado y desde luego a Sunsundegui le vendría de maravilla las innovaciones tecnológicas y mejoras en los procesos de producción que le aportaría la empresa del Goyerri.
Irizar tiene capacidad sobrada para absorber a la mayor parte de la plantilla de Sunsundegui y tiene fórmulas para reconvertirlos en socios cooperativistas, como son con la capitalización de los beneficios.
Creo que están condenadas a entenderse, si es así, cuanto antes mejor para acabar con la zozobra que preocupan a los empleados, familias, empresas auxiliares y en definitiva a la comarca de la Burunda-Sakana.
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