Julio Urdin Elizaga
Autor de «Encuesta etnográfica de la Villa de Uharte, 1999 y 2002»

Uharte y la sobrevenida modernidad

«Los modernos tienen la particularidad de comprender el tiempo que pasa como si derogara realmente el pasado tras él» (Bruno Latour)


Mi visión de político en retirada, que no ejerce labores públicas de responsabilidad desde el año 2015 –según creo recordar–, hace que haya llegado a una conclusión tan básica como tardía de que lo verdaderamente importante en la gobernanza (gobierno, administración e interrelación) de una entidad local como la nuestra es responder a las exigencias de la vida en comunidad. Es decir, a los modos de la misma en el marco de una delimitación territorial heredada por cuestiones que ahora lo son de carácter histórico, debido más que nada a su procedencia pasada, y que diacrónicamente fueran actualizándose hasta llegar al momento presente, donde lo que realmente está en juego viene a ser, en definitiva, el futuro de las mismas.

Memoria histórica y riqueza patrimonial, por lo tanto, son componentes ineludibles de lo dado, de lo recibido, del «ancestro» sobreviviente. Ahora bien, el presente no es el pasado, aun contando con bellos testimonios de aquél, como tampoco debiera consistir en ser tabula rasa, hoja en blanco, tan ambicionada por los urbanistas de la modernidad, sobre la que indiscriminadamente dibujar, diseñándolo, un prometedor futuro basado en el borrón y cuenta nueva, la ausencia del ayer, que con toda seguridad habrá de verse defraudado por el lírico nihilismo de la levedad del ser, de un lado, y por un aplastante baño de realidad, del otro, cuando el futuro predicho se convierte en pasado.

He comentado, en más de una ocasión, como ejemplo de lo anteriormente descrito, la experiencia fundada en la ensoñación especulativa que en momento dado ambicionara hacer de nuestra Villa un modelo de desarrollo a exportar, basado en todo tipo de proyecciones propias de la modernidad: Centro Comercial, Palacio de Hielo / Izotz Jauregia y Cubo Spa, Centro de Arte Contemporáneo / Arte Garaikideko Zentroa, Escuela de Comercio como foro nada menos que europeo (mientras estuvo radicado en nuestra población presumía de convenios con universidades de prestigio americanas), lugar ocupado posteriormente, solo en parte, por la Eskola Vitae y, finalizando –seguro que me dejo algo en el tintero– con fundaciones creadas ex profeso y ad hoc como la Laboral de la Construcción (conviviendo con iniciativas dotacionales públicas: Escuela Virgen Blanca/Ikastetxe publikoa, con vocación comarcal de centro público de enseñanza, Escuela infantil/Haur eskola y CIP Huarte de Olatz-txipi); que en su moderno declive, favorecido por las oleadas de crisis, financiera, sanitaria y bélica (energética e inflacionista), ha culminado en la nada oculta pretensión de hacer de nuestra población algo así como la sede de una Villa Olímpica (Complejo Deportivo Uharte). Sueño de unos y, al parecer, al menos en lo que va quedando de todo aquello, perceptivamente, pesadilla de otros: los contribuyentes. Lo que deberá obligar a un justo dimensionamiento de la utópica/distópica, según visiones, pretendida aspiración de esta pesada herencia.

Pero si nuestra población ha podido acceder a todo ello, disponiendo de medios para su alcance, ha sido en buena medida propiciado por la presencia de un alma, espíritu y/o mentalidad –a elegir– dispuesta a luchar por su consecución, últimamente, mediante el libre ejercicio de la práctica electoral, pues cada tiempo vivido ha venido contando al respecto con las instituciones habidas facilitando, y en ocasiones también entorpeciendo, la participación ciudadana. Por lo que es importante valorar en su justa medida algunos de estos logros alcanzados sin desmerecer el buen hacer de los aciertos, su reconocimiento, en quienes nos precedieran.

Para valorarlos, no obstante, se hace preciso conocerlos, pues no en vano nuestra comunidad cuenta con al menos un milenio de documentada existencia como tenencia, señorío de realengo bajo dominio del rey y, esporádicamente, también eclesiástico bajo dominio del obispo; cabeza visible del valle de Egüés hasta su segregación como consecuencia de la condición finalmente alcanzada de Villa con jurisdicción en lo civil y en lo criminal. Lo que, al menos en primera instancia, obligaba a una actitud mediadora en todo lo que tenía que ver con el mundo de relaciones propio de la vida cotidiana de sus habitantes contemplativa de muchos de aquellos valores que el antropólogo Philippe Descola considera propios de la homeostática en las premodernas «sociedades frías», al decir de Bruno Latour en su archiconocido ensayo Nunca fuimos modernos del año 1991.

La modernidad en nuestro restringido ámbito de la política local última ha consistido básicamente en una tauromáquica expresión del cómo torear la imposición de la ficción de un futuro-presente movilizador de distintos tipos de migración, de «humanos y no-humanos» (Latour), en sus procesos de «asentamiento», emulando, en lo posible, también ficticiamente, el peso de la tradición que presuntamente obra desde una idea del pasado, al sugestivo modo como el antropólogo mencionado distinguiera la relación mantenida respecto del cuerpo político e institucional del Estado ecuatoriano por la jíbara cultura achuar (en su trabajo Nada de política, por favor del año 2005).

Evidentemente, no es el caso, pero sin duda alguna la reflexión que da pie a esta comparativa sí que tiene mucho que ver con los tiempos presentes cuando afirma: «Al contrario que los antiespecistas militantes de la última Modernidad, a los que motiva el deseo de conseguir que ciertos animales obtengan representación política, los achuar prefieren otorgar a los no humanos el privilegio de ser como ellos, es decir, plenamente autónomos pero no representados».

Este derecho a vivir con una parte de lo no-humano, objetos de uso y producción que rodean y dan sentido a nuestras vidas, pero que no tienen derechos salvo que se los demos, generalmente a través de las relaciones de propiedad, es lo que hace tenga sentido reivindicar las políticas conservacionistas de todo tipo, así como el bien patrimonial tan maltratado en los últimos años tanto por olvido como con manifiesta intencionalidad, bajo propuesta, en definitiva, de una homeodinámica hibridación ecosistémica a explicar.

Bilatu