Oskar Fernandez Garcia
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación

Un aborrecible, deplorable y execrable comunicado

El PNV se ha cavado su propia fosa sociopolítica y ha quedado absolutamente descalificado, estigmatizado, deslegitimado e inhabilitado completa y absolutamente para poder demandar de nadie una actuación ética, democrática, humana, ecuánime, equitativa… Se ha transformado en una auténtico cadáver político.

Ocurría en un infausto día de finales del mes de enero, concretamente el 23 miércoles, las fuerzas reaccionarias, antidemocráticas y salvajemente capitalistas de Estados Unidos –apoyadas por elementos de la ultraderecha y la ultraconservadora oligarquía venezolana– intentaban nuevamente y por enésima vez dar un golpe de estado en un país soberano, libre y democrático de ese inmenso continente.

En esta ocasión el elegido era Venezuela. No era la primera –vez que se intentaba por la fuerza bruta que da el poseer el mayor armamento del mundo, el ejército más poderoso del planeta, el inmenso poder económico y la omnímoda supremacía mediática– en abril del 2002 ya se había intentado contra el legítimo gobierno de Hugo Chávez. En aquella ocasión terminó felizmente en un estrepitoso fracaso.

En estos primeros compases del 2019 el elemento que debía dar el pistoletazo de salida a la intentona de golpe de estado, según se había planificado con anterioridad, debía ser el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, que se autoproclamó presidente del país, instando a Nicolas Maduro a abandonar su cargo constitucional y a entregarle el poder.

Juan Guaidó se ha convertido por méritos propios en un auténtico títere y esperpéntica marioneta, movida por los más que visibles hilos del aborrecible neocolonialismo, de la genocida política del intervencionismo y, en última instancia, del cruento y abominable golpismo del gigante norteamericano.

Venezuela se encuentra exactamente en la misma y triste situación en la que se hallaron países como Libia, Irak, Siria..., unos enormes recursos petroleros –los mayores del planeta tierra– grandes extensiones con codiciadas materias primas y unas selvas y bosques que atesoran grandes riquezas naturales.

Evidentemente el problema fundamental, que se le plantea al pueblo venezolano, no es, realmente, el mero hecho de tener la inmensa suerte de poseer ese inmenso potencial económico, sino, más bien, que hace dos décadas decidieron gestionarlo de manera democrática, participativa, con intervención directa y comprometida del Estado, generando un sistema socialista del S. XXI, enraizado en el pueblo a través de los Consejos Comunales de Participación Democrática, las Misiones… y contribuyendo activa y directamente la ciudadanía con el compromiso firme y decidido de un Estado Revolucionario Bolivariano.

Desde un principio Hugo Chávez se vio constantemente enfrentado al depredador e inhumano sistema capitalista, belicista, intervencionista y golpista de los EE. UU., que veía enfurecido y con estupor como esa inmensa riqueza petrolífera situada tan cerca de sus fronteras se desvanecía y se esfumaba ante sus propias narices.

Las elecciones presidenciales del pasado mes de mayo del 2018 para el periodo (2019-2025), ganadas ampliamente por el actual presidente venezolano, Nicolas Maduro, con un 67’84 % de los votos, supusieron un duro golpe para la oligarquía y ultraderecha de ese país caribeño.

Las fuerzas reaccionarias y de extrema derecha nunca quisieron admitir los resultados de aquel 20 de mayo y han recurrido sistemáticamente a deslegitimar, boicotear y sabotear por todos los medios la actual presidencia. Y por supuesto para EEUU también implicó un duro golpe para sus deleznables y execrables intereses. Pero ya tenía, previamente, un plan diseñado para este tipo de contingencias, en las que la actual Venezuela representa un “peligro” para ese país genocida, desde el mismo momento en que llegó al continente americano.

En febrero de 2018, ante el Congreso de los EEUU el almirante Kurt W. Tidd, Comandante del Comando Sur, exponía los contenidos de la Estrategia de Defensa Nacional (2018) y la Estrategia de Seguridad Nacional (2017-2018). Textualmente en esos planes se afirma:  “En términos de proximidad geográfica, comercio, inmigración y cultura, no hay otra parte del mundo que afecte más a la vida cotidiana de Estados Unidos que América Central, América del Sur y el Caribe”. Según el mencionado almirante Cuba seguía amenazando los intereses de su país en la región. El ejemplo más claro, según él, era su influencia en Venezuela mediante el servicio de inteligencia y fuerzas armadas.

A principios de ese año llegaron a Panamá fuerzas militares estadounidenses con la burda disculpa de defender el canal ante una posible agresión.

EEUU necesitaba una fuerza regional para intervenir en Venezuela, no solamente en el ámbito económico y político, sino también en el militar. De ahí el empecinamiento y obstinación de la administración estadounidense en recordar constantemente que no descarta la intervención armada contra el pueblo venezolano.

Esa mentalidad intervencionista, depredadora, usurpadora, ultraconservadora y neoliberal, por parte de la administración norteamericana y de una parte muy significativa de esa sociedad –que continuamente y sin interrupción histórica eleva a la presidencia de ese país a personas, absolutamente ajenas a los más elementales y básicos principios de respeto internacional a los pueblos, comunidades y naciones que pueblan el planeta– tiene su génesis y se manifiesta, prácticamente, desde el primer día en que los anglosajones hollaron el territorio histórico de las diferentes naciones indias de Norteamérica.

A comienzos del S. XVII, concretamente en noviembre de 1620, arribaba a las costas de Massachusetts la embarcación “Mayflower” con sus “102 peregrinos”.

Los pueblos nativos llevaban en esas inmensas e inconmensurables tierras miles y miles de años. Para todos ellos se estaba escribiendo el primer capítulo de una terrible, desgarradora e inhumana tragedia.

Según estimaciones históricas a la llegada de los europeos había, en donde hoy día se asienta el país más terrorífico del planeta, cerca de un millón de indígenas. En 1885 –en dos siglos y medio– la población aborigen no sólo no había aumentado ni un ápice, sino que había sido reducida –por las armas, las enfermedades transmitidas, las constantes mentiras y engaños, el incumplimiento sistemático de los tratados, la codicia insaciable por poseer sus tierras y sus recursos, la intolerancia psicosocial, la intransigencia y barbarie religiosa de las comunidades puritanas y la irrefrenable y abominable expansión colonialista hacia el oeste, por encima de todo– hasta la dantesca e inhumana cifra de 300.000 personas.

El exterminio sistemático de los aborígenes, sin el más mínimo sentimiento de piedad o arrepentimiento comenzó en el segundo tercio del S. XVII, en 1637.

Aquellos primeros colonos que llegaron a la bahía de Cabo Cod, Massachusetts, fueron asistidos y ayudados en su supervivencia por los indios pequot “les enseñaron a los ingleses a pescar, a preparar los alimentos de la región, a cazar, a sembrar el maíz: les enseñaron a sobrevivir en esas tierras estériles y que en el invierno quedaban sepultadas bajo gruesas capas de nieve”.

Transcurridos varios lustros, el agradecimiento de aquellos salvajes ingleses se transformó en la primaria matanza y exterminio colectivo de los aborígenes, concretamente de los indios pequot. 

n la noche del 25 de mayo de 1637, el capitán John Mason, con un grupo armado de puritanos de Nueva Inglaterra, rodeó el poblado donde dormían los confiados y pacíficos indios. “Los encerró entre las propias empalizadas de la aldea y les prendió fuego”.

“Los clérigos puritanos excitaron la violencia de los milicianos”. Unas 600 personas, incluidas mujeres, niñas, ancianos…, fueron cruelmente asesinadas. Fue la dantesca matanza de Fort Mystic.

Tras la abominable sevicia Mason dijo que “gracias a la Divina Providencia” esa aterradora noche había en el poblado indio ciento cincuenta indígenas más que de costumbre.

Hasta 1898 los pueblos nativos norteamericanos se vieron obligados a participar en 108 guerras para poder subsistir al imparable avance y cruel exterminio de los invasores europeos. Perdieron todas ellas ante la inmensa superioridad armamentística, logística, estratégica... de los crueles colonizadores. Éstos, dada su abyecta creencia místico religiosa estaban convencidos, por el calvinismo, de su legítimo y divino derecho a exterminar o a someter a todos aquellos pueblos, razas y seres humanos que considerasen inferiores.

Ese lastre ideológico guiaba la conducta de los conquistadores anglosajones que veían a las comunidades nativas como “tribus degeneradas, que detentaban una tierra que era de los colonos británicos en virtud del descubrimiento”.

En el S. XVIII, Benjamin Franklin, el famoso científico, político e inventor, considerado uno de los padres fundadores de los EEUU, en su autobiografía incidía en aquella deleznable y espantosa mentalidad de los ocupantes de aquel inmenso y vasto territorio: “… si era el designio de la Providencia extirpar a aquellos salvajes y dejar sitio para los cultivadores de la tierra, no parece improbable que el ron haya sido el medio indicado. Ya ha aniquilado a todas las tribus que antiguamente habitaban el litoral”.

En el S. XIX, James Monroe, el quinto presidente de ese país, elegido para ejercer el mandato entre los años (1817 – 1825), elaboró una teoría o doctrina política que quedaría grabada en la mente de millones de aquellas personas de forma inalterable e indeleble. Dicha doctrina se podría resumir perfectamente en una frase sucinta y sencilla “América para los americanos”.

Sus ideas seguían, evidentemente, lastradas por aquella aborrecible mentalidad que consideraba a los invasores dueños legítimos del vasto territorio comprendido entre dos océanos. En 1823, ante el Congreso expuso su doctrina, que podría ser resumida en tres puntos fundamentales:

1.– Europa debiera desistir de tener colonias en el continente americano.

2.– Europa debe mantener y tener sus colonias, fuera de América, en Asia y en África.

3.– Y corolario de las dos anteriores “América para los americanos”. Pero entendiéndola no como América para los diferentes pueblos de ese continente, sino sólo para los conquistadores, ocupantes e invasores del norte.

En 1830, el informe presentado por Mr Bell, al Comité de Asuntos Indios del Congreso, seguía incidiendo en ese derecho divino a expoliar y asesinar a las naciones indias: es el “derecho que tienen las naciones civilizadas de establecerse en el territorio ocupado por tribus salvajes”.

Finalizando ese S. XIX, el vigésimo segundo presidente de ese país –y también vigésimo cuarto, ya que tuvo dos mandatos– Stephen Grover Cleveland, ante las descomunales atrocidades, las inhumanas barbaridades y el genocidio sistemático llevado a cabo contra las naciones indias “desahogaba la conciencia de los ‘caras pálidas’ en estremecidas palabras: Ebrios y ladrones son porque así les hicimos; pues tenemos que pedirles perdón por haberlos hecho ebrios y ladrones, y en vez de explotarlos y renegarlos, démosles trabajo en sus tierras y estímulos que les muevan a vivir, que ellos son buenos, aun cuando les hemos dado derecho a no serlo”.

¿Llegará el añorado día en que algún otro presidente o presidenta de EEUU reconozca la crueldad y la brutal barbarie cometida por ese país tras la finalización de la SGM? Imponiendo regímenes dictatoriales, fascistas y asesinos por todo el continente americano; invadiendo países de Asia, Africa y Oceanía y llevando a todos ellos a la miseria, el dolor, el caos y la expoliación sistemática de sus recursos, y lo más importante ¿Llegará el ansiado día en que ese monstruo definitivamente deje de inmiscuirse en los asuntos de los países más desvalidos e indefensos y saque sus siniestras garras de todas las naciones, donde ha dejado rastros de dolor y sufrimiento inconmensurables?

Creer en ese utópico sueño, hoy en día, es pura política–ficción. Nuevamente EEUU ha decidido apropiarse, si es necesario por la fuerza de las armas, de los recursos naturales de Venezuela, tan necesarios e imprescindibles para el desarrollismo salvaje de su economía como para mover su inmensa y descomunal maquinaria de guerra.

Y al igual que en los tiempos de las Cruzadas –y durante las devastadoras guerras europeas de religiones– se enarbolaban estandartes cristianos, con cruces de muerte, como símbolos sagrados y sublimes, que transmitían y daban potestad, y legitimidad a sus porteadores, para acometer con total legalidad e impunidad execrables crímenes contra la humanidad; hoy en día se enarbolan, se alzan y se utilizan de manera cicatera y subrepticiamente, las llamadas banderas democráticas para conseguir una supuesta libertad de los pueblos que consideran que están sometidos a imaginarias e inexistentes dictaduras tiranas y totalitarias.

Y exactamente como se hizo durante los pasados milenios y siglos, se siguen izando las banderas del capitalismo, del neofascismo y de la extrema y aborrecible derecha, como si fuesen auténticos y legítimos símbolos de la verdad, la libertad y la liberación de los pueblos oprimidos y tiranizados, para intentar derrocar –mediante esa espantosa y abominable farsa– gobiernos legítimos, legales y populares, que han tenido el valor, la energía y el encomiable compromiso sociopolítico para emprender significativas y profundas reformas sociales en el reparto y generación de bienes de consumo para toda la población, instaurando incipientes o desarrollados sistemas socialistas.

El libertador e impulsor de la soberanía de las naciones y pueblos de América Latina y autentico icono de esa lucha revolucionaria, Simón Bolivar, exponía en 1829, con una lucidez extraordinaria y con un profundo conocimiento geopolítico y económico, una verdad axiomática e irrefutable: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

Casi dos siglos después, en mayo del 2018, otro americano, en este caso del norte, Bernard Sanders –famoso político estadounidense del Partido Demócrata y senador por el estado de Vermont, que participó en las elecciones presidenciales del 2016, para intentar alzarse como candidato del partido frente a la opción que representaba Hillary Clinton– exponía con meridiana y rotunda claridad el secular drama de una inmensa región del continente americano: “EEUU debe dejar de derrocar Gobiernos en América Latina”.

Estados Unidos, con la complacencia, la sumisión y el entusiasmo de sus aborrecibles adláteres –entre los que se encuentra la formación política EAJ–PNV– han intentado, por todos los medios a su alcance, dibujar, recrear y representar al conjunto de naciones y países del mundo un Estado venezolano regido por un tirano, dentro de un sistema dictatorial y sumido en un caos humanitario.
La realidad es diametralmente opuesta a sus mezquinos, espurios e inhumanos intereses. Organizaciones internacionales como la UNESCO, la FAO, la OMS… y los grandes logros humanos de desarrollo social, incontrovertibles e irrefutables, alcanzados en sólo dos décadas, abalan con suficiente claridad y rotundidad la encomiable y extraordinaria labor llevada a cabo por la Revolución Bolivariana, a pesar de haber tenido, desde el mismísimo comienzo la frontal y brutal oposición de la administración estadounidense.

Desde que Hugo Chávez alcanzó la presidencia del Gobierno venezolano, en el ocaso del pasado S.XX, todas las fuerzas revolucionarias se volcaron con energía y entusiasmo en la transformación de todo un país –que sufría inmensas carencias en todos los ámbitos por culpa de casi medio siglo de aborrecibles gobiernos de derechas– mediante la participación y gestión directa de la ciudadanía, transformando radicalmente una caduca, obsoleta y deleznable pseudodemocracia representativa en una auténtica democracia participativa y real, mediante la creación de los Consejos Comunales de Participación Democrática. Organizaciones que se extendieron a lo largo y ancho de todo el país, formando una extensa red de 30.000 Consejos Comunales, donde se determinan las necesidades locales de las personas a las que compete cada uno de los Consejos. De esta forma ellas son “las verdaderas protagonistas de los cambios que reclaman”. Junto a este organismo de gestión popular se instauraron auténticos programas sociales de transformación humana, conocidos como Misiones Bolivarianas, que abarcaron todos los ámbitos de la vida social: educación, vivienda, sanidad, alimentación, deporte, trabajo, pensiones, transporte, diversificación de los recursos…

Desde el primer momento, tras la aprobación de la nueva constitución, el Gobierno Bolivariano nacionalizaba las industrias estratégicas del país, entre ellas lógicamente, la Empresa Petrolera Nacional (PDVSA) y creaba, impulsaba o apoyaba el desarrollo de infraestructuras, nuevas empresas y diferentes tipos de organismos como: Petrosur, ALBA, Banco del Sur, Unasur, Mercosur, Telesur… como estrategia global para hacer frente a las seculares injusticias sociopolíticas, en el país y en la inmensa región latinoamericana, que EEUU y Europa habían desarrollado –y continúan haciéndolo– contra esta zona del planeta de diferentes formas y mediante organizaciones internacionales como el FMI.

En 1998, antes del Gobierno de Hugo Chávez, el 21% de la población estaba desnutrida. Esa brutal injusticia secular que arrastraba el pueblo venezolano se redujo drásticamente gracias a la nacionalización de los hidrocarburos y en 2015 el Mapa Mundial del Hambre, realizado y difundido por la FAO, certificaba que en Venezuela ya no existía esa abominable lacra humana. Según la OMS la desnutrición en Venezuela disminuyó de una forma tan drástica que dejó de ser un problema de salud pública.

Todos los días cuatro millones de niños y niñas tienen su alimentación asegurada en sus respectivos centros escolares.

La Misión Alimentación cuenta con más de veintidós mil establecimientos desplegados en los veinticuatro estados del país.

El 95,4% de la población consume tres o más comidas al día.

El Gobierno bolivariano, en la primera década del S.XXI, aumentaba el gasto social en un 60,6%, consiguiendo de esa forma que Venezuela se constituyese en el país de la región con el nivel más bajo de desigualdad social.

Durante 16 años ese mismo Gobierno impulsó el salario mínimo de los trabajadores y trabajadoras, incrementándose treinta veces.

Ente 1999 y 2013 se crearon cinco millones de nuevos puestos de trabajo.

En cuarenta años de gobiernos de derecha las pensiones de vejez alcanzaban a menos de 400.000 personas. En 16 años la Revolución Bolivariana ha concedido esos derechos inalienables a más de 2,8 millones de personas.

Durante más de una década se ha logrado diseñar e implementar una infraestructura agrícola e industrial que cuatro décadas de gobiernos anteriores habían olvidado y relegado al más obscuro de los ostracismos.

En 1980 era necesario e imprescindible importarle el 90% de los alimentos, hoy en día el porcentaje es menor al 30%.

Según la ONU Venezuela alcanzó un IDH (índice de desarrollo humano) alto.

Mediante la Misión de Vivienda en Venezuela se entregaron, por parte del Gobierno, cientos y cientos de miles de viviendas públicas a las personas que las necesitaban.

La Misión Barrio Adentro (MBA) atiende de manera gratuita y directa a casi doce millones de personas. Una de las secciones de esta Misión, MBA Deportivo, diariamente, cubre las necesidades, intereses y gustos de más de seis millones de habitantes.

En cuarenta años de gobiernos de derechas se edificaron 5.081 clínicas, mientras que en trece años el Gobierno Bolivariano construyó 13.771.

En 1998 había 18 médicos por cada 10.000 habitantes; actualmente hay 58, con lo que se ha logrado más que duplicar las recomendaciones mínimas de la OMS, que cifra en 2´3 el número de facultativos y facultativas por cada ml habitantes. Venezuela tiene 5,8 por cada mil.

El programa de Atención Primaria de la Misión Barrio Adentro que recibe la ayuda de más de 8.300 médicos y médicas cubanas, con sus 7.000 clínicas, han salvado la vida aproximadamente de 1.400.000 personas.

El programa de atención oftalmológica, Misión Milagro, ha devuelto la vista a 1.500.000 habitantes.
La población, en su totalidad, es atendida gratuitamente a través del Sistema Público Nacional de Salud.

En 1998, había 71.000 docentes adscritos al Ministerio de Educación. En 2011, la cifra subió a 371.000. Antes de 1998, alrededor de 5.000 ciudadanos eran alfabetizados anualmente. Con la Revolución Bolivariana el promedio anual subió a 137.000 personas. En 2005 la UNESCO declaraba a Venezuela como territorio libre de analfabetismo. Posteriormente, esta misma organización internacional, reconocía que Venezuela es el tercer país de la región cuya población lee en mayor medida.

Desde la guardería hasta la universidad la educación es gratuita para diez millones de estudiantes.
Se han creado cuarenta y cuatro nuevas universidades. Venezuela, proporcionalmente, es el segundo país de América Latina y el quinto del mundo con el mayor número de estudiantes universitarios.
Las lenguas indígenas son idiomas cooficiales. Hasta el 2012, se adjudicaron a 337 comunidades indígenas más de 1,8 millones de hectáreas rescatadas de las insaciables y aborrecibles manos de los latifundistas.

Intentar ocultar el enorme e innegable avance, mejora y transformación social, en todos los ámbitos, experimentados por el pueblo venezolano, es de una bajeza moral inadmisible y repudiable.

Negarlos, transformando la realidad de toda una nación, hasta intentar proyectar internacionalmente una imagen absolutamente desfigurada, manipulada e irreconocible es, sin lugar a dudas, la estrategia que una y mil veces ha repetido el salvaje y despiadado capitalismo estadounidense, para imponer un modelo socioeconómico y político que satisfaga sus abominables e insaciables necesidades de poseer los recursos económicos de todo un continente. Y para la consecución de ese despiadado e inhumano objetivo no dudará ni vacilará en imponer una férrea y sanguinaria dictadura. Y para lograrlo contará con el decidido y entusiasta apoyo de la extrema derecha de Venezuela, la abúlica complacencia de la derecha y el interesado apoyo de varias decenas de países, que ya han reconocido como “presidente” encargado, interino… a una absoluta marioneta, en manos del más poderoso titiritero del planeta.

Pero lo que sí resulta un tanto asombroso y que despierta cierta incredulidad y sorpresa, al menos así debiera de ser entre la feligresía del PNV, es que éste al día siguiente, de la esperpéntica y burlesca autoproclamación de Juan Guaidó, presentase a la prensa un comunicado de apoyo al mencionado individuo, y por lo tanto a la administración estadounidense, sin el más mínimo escrúpulo humano, político, histórico, económico, social, cultural, geoestratégico…

El comunicado del PNV, dado a conocer el 24 de enero, consta de seis apartados, que en primera instancia producen absoluta perplejidad, seguida inmediatamente de un rechazo total y frontal. 
n el prólogo de esos seis mencionados puntos se puede leer literalmente: “A raíz del agravamiento que ha experimentado la ya convulsa situación política y social de Venezuela…” Evidentemente no dan ni un solo dato o argumento para justificar semejante dislate sobre la situación sociopolítica del país caribeño, directamente aceptan el guión preestablecido por EEUU.

En el primer apartado: “Llamamos a la calma, al diálogo y a la concordia al conjunto de la clase dirigente de Venezuela, a sus representantes políticos, a sus fuerzas armadas y a la sociedad civil…” Continúa haciendo una grosera interpretación, siguiendo nuevamente el guión ya mencionado, sobre la situación en Venezuela. Y llama a la calma y al diálogo a quién precisamente está predispuesto a llevarlo a cabo, en lugar de dirigirse directamente a los abominables golpistas.

En este apartado subrepticiamente indica de manera zafia –descarada y sin el más mínimo recato ni respeto a una nación soberana– sobre quién ha de ser colocada la siniestra diana imperialista del odio, la injusticia, la barbarie y la pseudodemocracia internacional. Y manifiestan la osadía de emplazarles ”a que emprendan el camino del diálogo en la necesaria búsqueda de una salida pacífica, democrática e incruenta a esta delicadísima situación”. Como si hubiera sido el Gobierno Bolivariano quien hubiese generado esa situación. Y le insta a que sea “incruenta” con lo que quieren, de manera más que explicita, acusar –sin el más mínimo dato– a ese Gobierno legítimo y legal de que es o sería capaz de ser tirano y sanguinario. ¡El disparate del comunicado va in crescendo en vileza y estulticia!

En el segundo apartado, mencionan literalmente “Comprendemos y respetamos la decisión adoptada por Guaidó…”. ¡Qué trato tan cercano y coloquial! llamándole simplemente Guaidó. ¿Formará parte de su estrecha camarilla internacional? Nuevamente rehuyen dar cualquier dato para comprender y respetar una decisión tan sumamente fascista y execrable.

En el tercer apartado, tienen el indescriptible atrevimiento de instar a “Nicolás Maduro a abandonar el poder de manera inmediata y pacífica…”. Qué fenómeno parapsicológico habrá podido discurrir por sus cabezas, para que un partido regionalista, de derechas, neoliberal, confesional, conservador… que en el concierto internacional de países soberanos su peso específico es tendente a… haya tenido la ocurrencia de instar a un presidente legal y legítimo de una nación soberana y reconocida en el concierto internacional, por la inmensa mayoría de las naciones, a que abandone el poder de manera inmediata y pacífica. Nuevamente resaltan, subrayan e inciden, sin el más mínimo argumento ni discurso, en que es una persona violenta dispuesta al derramamiento de sangre.

En el cuarto apartado, se van animando en su lenguaje totalitario, golpista y belicista e instan a “combatir eficazmente la deriva autoritaria”. Cientos y cientos de millones de seres humanos quisieran y desearían tener una deriva autoritaria similar a la de Venezuela. Exhortan a “afrontar con urgencia la devastadora crisis humanitaria” Y nuevamente, sin el más mínimo rubor ni datos tienen la osadía y la desvergüenza propia de una derecha inculta, miserable e intransigente de calificar la situación social de “crisis devastadora” y “situación dramática”.

En el quinto apartado, expresan su “especial cercanía y solidaridad… con aquellas y aquellos que se han tenido que exiliar en los últimos meses y años, huyendo de la dictadura y de la miseria”. El inconsciente les traicionó en la redacción del incalificable e inefable comunicado e inconscientemente se debían referir a la ciudadanía de Yemen, de Siria, de Palestina, Afganistan, República Democrática del Congo… Pero no, les desean que “puedan pronto reencontrarse en una Venezuela libre y democrática”. Ergo Venezuela no es un país ni libre ni democrático. Es bochornoso e ignominioso tanta cretinez y ceguera política.

En el sexto y último apartado, alientan a la comunidad internacional, como si fuesen un organismo de prestigio reconocido internacionalmente, a que “colabore con las fuerzas políticas y sociales del País para implementar una transición democrática y pacífica”. Inciden nuevamente en la falta de democracia en la República Bolivariana y dan por hecho también que la inmensa mayoría política y social está dispuesta y entusiasmada para llevar a cabo ese deleznable cometido golpista, imperialista e intervencionista.

Tras ese posicionamiento tan claro, entusiasta y fervoroso a favor del golpe de estado, del intervencionismo brutal, del placer de caminar a la sombra del imperialismo fascista, cruel y brutal, de no respetar ni tan siquiera los tiempos de la geopolítica internacional ni la labor de la diplomacia de la ONU y de las naciones que allí están representadas, el PNV ha quedado desnudo, frío, gélido, helado, obscuro y siniestro, como una auténtica y patética momia, ante el conjunto de la población. 

y aún le quedaba algo de ética política, estrategia global y humanidad, lo ha perdido todo completamente. Ha quedado sumido en un insondable vacío.

Jamás podrá pedir a nadie ni en ninguna situación que actúe éticamente.

Se ha cavado su propia fosa sociopolítica y ha quedado absolutamente descalificado, estigmatizado, deslegitimado e inhabilitado completa y absolutamente para poder demandar de nadie una actuación ética, democrática, humana, ecuánime, equitativa… Se ha transformado en una auténtico cadáver político.

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