Ibon Cabo Itoiz
Ex seleccionador vasco de fútbol sala femenino

Un bonsai en el cesped

Estamos pues ante la lucha entre quienes creen que las federaciones deportivas deben ser modelos ante los jóvenes y la sociedad y quienes mantienen una actitud machista, xenófoba y abusiva con sus actuaciones diarias

En los últimos días hemos asistido a un movimiento en el fútbol en el que las estructuras de las federaciones vizcaina y alavesa de fútbol han obligado a dimitir un año antes de lo previsto al presidente de la Federación Vasca de Fútbol. Alea jacta est!

El fútbol vasco es actualmente la sombra de un pequeño bonsái en un bosque de secuoyas pero debe moverse si no quiere desaparecer bajo el reparto de los muchos dividendos en especie que vendrán a corto plazo a tierras vascas.

La excusa perfecta ha sido la gestión sobre la «no» celebración del partido contra Argentina. La realidad es que ha sido boicoteada esa presencia indirectamente por instancias superiores con sus cómplices territoriales en la sombra. En la práctica, un mazazo para las aspiraciones de la afición vasca deseosas de ver fútbol de verdad y no más pachangas navideñas. Por ello, estamos ante un movimiento de Tebas, Rubiales y algunos sectores del Estado más jacobino para impedir por la vía de los hechos la transparencia en la gestión, la oficialidad de las selecciones en un teórico Estado plurinacional y sobre todo el reparto de los privilegios que surgirán durante la celebración de la próxima Eurocopa de fútbol. Banderas del cesado presidente de la Federación Vasca de Fútbol. Estamos pues ante la lucha entre quienes creen que las federaciones deportivas deben ser modelos ante los jóvenes y la sociedad y quienes mantienen una actitud machista, xenófoba y abusiva con sus actuaciones diarias en organismos que ejercen por delegación funciones públicas.

Por empezar por el machismo implícito de algunas actuaciones, es público que previamente a este último escándalo, ya se había producido en el fútbol sala un movimiento reclamando la igualdad, la equidad y el reparto justo en las subvenciones que respecto a esta modalidad deportiva provenían de Madrid. Emakunde dio la razón a los clubes femeninos vascos reclamantes pero aún así, fue la territorial de Bizkaia y sus cómplices quienes dijeron públicamente que no iban a seguir las recomendaciones de dicho organismo oficial en base a lo que coloquialmente se denomina «el artículo 3.14»; o «porque yo lo valgo». Ante esta situación, ¿debe el fútbol aliarse con quienes creen que ninguna institución pública tiene potestad para controlar su gestión? ¿Debe ser el fútbol el último reducto del machismo y la masculinidad? Son preguntas que solo los propios agentes del fútbol pueden contestar.

En el ámbito de la xenofobia son varios miembros de esta recua quienes cuando se pusieron en marcha las medidas UEFA contra el racismo, invitaron a los árbitros a no contemplar en el acta afirmaciones de esa índole en el caso de que se produjeran. Además la normativa sobre fichas que redactó la Federación Española de Fútbol reclamando que cualquier inmigrante, independientemente de la edad, tuviera que tener permiso de residencia para jugar a fútbol en cualquier liga nacional no profesional, supuso un freno manifiesto en el uso del deporte como medio de integración. Hay que recordar que la mayoría de las llamadas ligas nacionales no son profesionales. La aplicación más estricta y con peores comentarios de la norma vino por parte de los representantes de la Federación Vizcaina de Fútbol.

Pero es que además hay un grave y manifiesto problema de gestión diaria. La única federación que conserva dos sedes, con sus consiguientes gastos, mantiene por ello unas tasas de mutualidad del todo desproporcionadas. Pretende además ejercer el monopolio de la formación y coartar la expansión del euskera en sus actuaciones, el control de ascenso y descenso de técnicos y árbitros y sobre todo, para seguir ejerciendo desde el despotismo una administración de recursos del todo imprudente, se autoobliga de una manera indirecta a depender de los recursos de Madrid. Ni que decir tiene que la Federación Alavesa de Fútbol es también fiel aliada de la vizcaina en el ejercicio de este jerarquizado sistema de reparto. Ambas federaciones han mantenido sus porcentajes de licencias gracias a haber engullido literalmente al fútbol femenino y al fútbol sala pero a cambio de coartarles para siempre su posibilidad de autogestionarse o simplemente de luchar para mejorar.

Claro que lo más apetecible está por venir. La Eurocopa de naciones traerá el habitual tráfico de invitaciones, entradas, cenas, lunch y otros pagos en especies bajo los cuales se ha creado un nuevo Inserso a costa del esfuerzo de los demás. Además se utilizará este torneo no para promocionar económicamente Bizkaia, ni para sacar al mundo la imagen y los deseos del fútbol vasco, sino para volver a fomentar la imagen de una España fuerte y unida. También en lo futbolístico algunos prefieren un bosque rojo que uno roto y por eso el pequeño bonsái verde que es el fútbol vasco, a penas puede asomar entre las grandes ramas rojigualdas de los baobabs protegidas por los aguiluchos de siempre.

Así pues, no se dejen engañar por los cantos de los auroros de la mañana. Detrás de este movimiento están los de siempre para que un único fútbol vasco, grande y libre siga fuerte ante los nuevos tiempos re centralizadores que se expanden como cualquier otro virus a todos los ámbitos de la vida. Estamos ante un nuevo ataque para que los se hicieron con las riendas en 1982 las sigan pudiendo mantener. Así pues, toca moverse y buscar un cambio tranquilo. Eso sí, un cambio verde claro está que saque a la luz el pequeño bonsái vasco.

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