Miren Basaldua
Miembro de Zero Zabor Bizkaia

Un nuevo retroceso que avanza sobre mínimos

La recogida selectiva de la materia orgánica debe ser el pilar de una nueva gestión del residuo urbano y, en realidad, la única forma de alcanzar los objetivos marcados por Europa.

En el 2017, la Diputación vizcaína hacía balance del Pigrub cuyo plazo de vigencia acababa de terminar en diciembre de 2016. Según su informe, Bizkaia había cumplido con todos los objetivos propuestos en la gestión de los residuos sólidos urbanos, excepto en la recogida selectiva del residuo orgánico, para el que se marcaba un objetivo de recogida del 4,5% y no se había llegado al 1%. Todavía hoy, según los datos de diciembre de 2019, solo se recoge separadamente el 2,4%. El reconocimiento de este fracaso y la necesidad imperiosa de obtener mejores números para conseguir llegar al 50% exigido por Europa para el año 2020, obligó a la Diputación y a los diferentes ayuntamientos de nuestro herrialde a poner en marcha tímidas experiencias de recogida del residuo orgánico a través del quinto contenedor marrón, autocompostadoras o compostaje comunitario, según municipios y mancomunidades.

Que el sistema de recogida separada del residuo orgánico no es la alternativa preferida de las instituciones vizcaínas (y vascas, por añadidura) es un hecho demostrable, ya que durante años se han puesto numerosas pegas a su impulso de manera decidida. Primero solo era posible recoger las verduras crudas, no cocinadas, aunque más adelante se permitió, y el compost resultante seguía siendo tan estupendo, pero eso sí, ni carne ni pescado. Y así sucesivamente. Los argumentos de las instituciones para estas prohibiciones eran que el compost resultante no seria de primera calidad. Sin embargo, la verdad de estas limitaciones ha sido, o bien que no se quería disminuir la basura destinada a la incineradora de Zabalgarbi, o bien que no se ha querido invertir en las infraestructuras y maquinaria necesaria para llevar adelante la recogida separada de toda clase de materia orgánica. Y el resultado, claro, es ese pobre 2,4%. Y en estas estamos en marzo de 2020, con una promesa de la Diputación de que dicha recogida de toda clase de materia orgánica (crudo, cocinada, carne y pescado) se pondría en marcha en toda Bizkaia a primeros de abril.

Pero llega la pandemia que todo lo cambia y deja en la cola de prioridades la gestión de los residuos, al tiempo que se incrementa brutalmente su producción por tener que usar y tirar mascarillas, guantes, batas..., sin buscar otras formas de hacer frente a la necesidad de protegernos frente al virus como puede ser desinfectando o buscando materiales reciclables. Y en el extremo de esta cola queda el contenedor marrón. Obligado por el confinamiento, el Consistorio bilbaíno cerró todos los centros cívicos y, por tanto, la recogida de bolsas compostables, por lo que un nuevo impedimento se añadió a la tan necesaria recogida de residuo orgánico para evitar que vaya a vertedero o incineradora un recurso aprovechable. Dos meses después, por fin, pueden recogerse en los Bilbogarbis de Zorroza, Larraskitu, Artxanda y Elorrieta.

Para la Plataforma Zero Zabor Bizkaia, la recogida selectiva de la materia orgánica debe ser el pilar de una nueva gestión del residuo urbano y, en realidad, la única forma de alcanzar los objetivos marcados por Europa (50% sin engaños ni datos maquillados). Solicitamos que se impulse la recogida del biorresiduo y como medidas proponemos que se premie a las familias y personas que lo recogen selectivamente, con un descuento en la tasa de basura o similar, así como una mayor sensibilización a la ciudadanía. Ahora solo falta que ayuntamientos y Diputación apuesten por ello.

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