José Maria Pérez Bustero

Un vistazo a las otras tierras

En esta época de verano, con tantas personas peninsulares que vienen a visitarnos, atraídos por nuestras montañas, valles, costas y fiestas, resulta oportuno no quedarnos aislados en nuestra tierra, sino echar una mirada a las zonas y procesos de esas gentes peninsulares para tener nuevos motivos de empatía.

Empezamos por el oeste de la cornisa cantábrica. Ahí tenemos las tierras de Galicia, con el llamado «rexurgimento gallego»: una etapa cultural del siglo XIX que buscaba revitalizar la lengua gallega como vehículo de expresión social y cultural. Y de paso citamos la emigración de sus habitantes a otras regiones, incluida la nuestra, ya que a un barrio de Pasajes Ancho le llamaban la «quinta provincia gallega» por los muchos gallegos asentados allí.  

A su lado se halla Asturias, con abundante ganadería vacuna, y con sus minas de carbón, que exportaba a otras tierras, entre ellas a la industria de hierro vizcaína, que lo necesitaba para su fundición. Un hecho posterior: en octubre de 1934 se centró en Asturias la huelga revolucionaria, que tuvo un gran seguimiento en otras zonas.

Dejamos el litoral marítimo y vamos a tierras que se extienden por la parte central de la península. Y nos topamos con la enorme meseta, en la que aparecen numerosos conjuntos históricos y museos, además de cientos de castillos en un conjunto de tierras con relieves montañeses, escasamente pobladas. Pero con una ciudad que supera los 3 millones de habitantes. Un dato a añadir al respecto es que a primeros del siglo XVI se inicia una situación dramática. Por una parte, la princesa heredera, Juana, al quedarse viuda del marido originario de Flandes, no es capaz de gobernar, y su hijo, el más tarde llamado Carlos I de España y V de Alemania, llega sin conocer siquiera el castellano, rodeado de personajes del norte, con proyectos que exigen la aportación de las gentes. Ante sus presiones fiscales sobreviene la rebelión de diversas ciudades, y se desata la llamada guerra de los «comuneros», que tiene lugar entre el año 1520 y 1522. Y que termina con la condena a muerte y ejecución de sus principales representantes. En todo caso, durante el reinado de dicho rey, Madrid ejerce ya como sede de los monarcas. Y en tiempos de Felipe II, es declarada «Capital» de los reinos, por su situación estratégica.

Seguimos la senda hacia el sur, y nos hallamos con Extremadura, que durante un tiempo ejerció de paso entre Lisboa y Madrid. Pero la belicosa separación de los gobiernos portugués y castellano en el siglo XVI, anuló esa función de tránsito, y provocó una  emigración colonizadora a tierras americanas, siendo especialmente notorios los hermanos Pizarro, Hernán Cortes, e Inés Suárez que se unió a la expedición dirigida a la conquista de Chile, y que resaltaba por su arrojo en los combates y por su pasión amorosa. Quedándonos en Extremadura hay que citar, por otra parte, la llamada masacre de Badajoz que tuvo lugar el año 1936, promovida por el franquista General Yague, para atemorizar y tener paralizada a la gente.

Vamos a otra región: Andalucía, entre el Mediterráneo y el Atlántico. Resalta la riqueza de conocimientos y pueblos que le dejaron los siglos musulmanes, junto a la diversidad política de las gentes. Precisamente, en esa elasticidad fue proclamada en Huelva la segunda república, el año 1931, pero que no evitó la elevada tasa de paro existente, pues el fomento industrial llegó tarde. En todo caso, conservó con gran importancia la agricultura y el turismo.

Siguiendo la costa del mediterráneo tenemos a Valencia, que en su día fue colonia romana, y que sigue teniendo gran riqueza de agricultura, servicios, pesca, labores de construcción y alto turismo de ocio.

Más al norte se halla Cataluña, con sus zonas montañosas y cientos de kilómetros de costa. Junto con un profundo movimiento cultural, amplio nivel de industria, de turismo, y dinámica de servicios.

A su lado se halla Aragón compuesto de tierras muy diferentes, desde las montañas del Pirineo hasta la depresión del Ebro, con 731 municipios, gran variedad de clima, y ascenso del sector industrial, comercial y de turismo. Cabe citar la  importante ciudad de Zaragoza, y su basílica barroca del Pilar. 

Teniendo en cuenta esa diversidad de las regiones peninsulares, y percibiendo que cada tierra y gente tienen su proceso y su identidad es necesario citar y contraponer otro tipo de personas hispanas: las que tienen una repulsiva vocación de mando, y que no examinan, sino que aplastan la complejidad y necesidades de las gentes y de las zonas.

Por ello es imprescindible exigir a dichos personajes  que en modo alguno funcionen como mandones, si no que ejerzan de simples coordinadores. Que fomenten la relación de una zona con otra, de unas clases sociales con otras, que acaben con el sistema penal: esa condena y amenaza que no mira a las gentes. Y que den paso a la reinserción de los condenados. ¿Alguna medida urgente respecto a los presos vascos?  Que vuelvan a casa, y puedan vivir con su vecindad.

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