Joseba Eceolaza
Miembro de Batzarre

Una exposición imposible

Resulta que se cumplen 250 años del nacimiento del Regimiento América 66 y parece que, como un hecho cultural importante para la ciudad, el 23 de mayo se inaugura una exposición sobre su historia. Y decimos un hecho cultural importante porque ha sido asumido como parte de la programación del ayuntamiento para los meses de mayo y junio.

Nada que objetar si en la referida exposición se contará la verdad completa de lo realizado por este Regimiento, porque, y es algo consustancial a una unidad militar, en su historia habrá habido aciertos y errores e imaginamos que en sus incursiones por América latina por ejemplo, todo no habrán sido buenas palabras y flores.

Pero da la casualidad que el nombre de la exposición es «250 años al servicio de España», un título que no es neutro o simplemente basado en un relato histórico de la vida de este batallón, sino que se trata de un título que exalta y subraya la aportación, en positivo, de dicho Regimiento. Por lo tanto no sólo se conmemora, sino que también se celebra.

Y es verdad que la exposición se refiere a una extensa etapa de la historia española, nada menos que 250 años, pero también lo es que no nos podemos abstraer de esos tres años que van desde 1936 hasta 1939, ni por supuesto de los cuarenta años de dictadura y represión sostenidos por regimientos de este tipo.

Cuestión distinta sería si las referencias franquistas, nombradas en la página web del propio Ministerio de Defensa, desaparecieran de su escudo de armas y en la referida exposición se expusiera con honestidad, espíritu autocrítico y veracidad, los hechos tristemente protagonizados por este Regimiento. Menciones y medallas que se pueden contemplar claramente en el escudo que se usa para promocionar y publicitar la exposición objeto de la polémica.

Son varias las veces que el ayuntamiento de Pamplona se ha pronunciado contra el régimen franquista y su exaltación, y ha tratado de poner en marcha medidas para proteger y reconocer la dignidad y el recuerdo de las personas fusiladas en aquella época.

Como hechos destacables debemos reseñar la subvención aportada por este ayuntamiento al Parque de la Memoria, la instalación de una placa en homenaje a los concejales y funcionarios asesinados en el zaguán del ayuntamiento, la instalación de una placa a la entrada de la ciudadela por la Vuelta de Castillo en homenaje a todas las personas asesinadas en nuestra ciudad y finalmente la construcción en el cementerio municipal de un lugar de enterramiento para las personas asesinadas y desaparecidas a partir de 1936.

Parece entonces una contradicción proteger a las víctimas y reconocer su dolor y por otro lado publicitar una exposición de un regimiento que precisamente causó esas víctimas.

Tal y como lo demuestra la abundante elaboración académica e histórica de la época, el papel de las Brigadas navarras y de lo que era en aquel entonces el Regimiento América 66 fue determinante en el golpe de estado y la posterior represión contra la población civil. Fue una unidad que estuvo presente en los peores episodios de la represión, destacando su papel en la zona del País Vasco y Asturias.

Además parece claro que esta exposición, y su simbología, contraviene el artículo 15 de la Ley estatal 52/2007, denominada de Memoria Histórica, que concreta «las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Entre estas medidas podrá incluirse la retirada de subvenciones o ayudas públicas».

Como ya es sabido en Navarra la represión fue feroz, y esta ciudad fue testigo de ese drama. Exaltar en un espacio público, con la publicidad del ayuntamiento, a una unidad militar que participó en las ejecuciones extrajudiciales contra la población civil y que recibió menciones especiales por ello, hoy en día presentes en su escudo, no parece lo más adecuado, teniendo en cuenta la merecida sensibilidad y respeto que debe el ayuntamiento a las víctimas de esos fusilamientos.

Entre quienes impulsamos la retirada de la exposición no hay una hostilidad hacia lo español, decir eso es una tontería poco original. Lo que nos mueve sobre todo es el estímulo a favor de la dignidad de las víctimas que generó el golpe de estado del 18 de julio de 1936 en Navarra. Porque esta exposición, se mire por donde se mire, supone una afrenta para unas víctimas que no han recibido ni una sola palabra de apoyo o comprensión por parte del ejército como sí ha ocurrido en otros países como Portugal o Alemania, donde antes de vanagloriarse de un pasado siniestro, tuvieron que pasar por el tamiz de la autocrítica.

Puestos a llamarnos enemigos de algo como hace Jesús Javier Corpas, es mejor que se sea mucho más certero porque más que enemigos de lo español, somos enemigos de lo militar en general y especialmente cuando éste se alinea con los golpistas y contra el orden democrático, por eso miembros de Izquierda-Ezkerra anduvimos en la época de la insumisión en las calles y en las cárceles haciendo frente al ejército, a su mili y a sus guerras, y poco nos importaba si era español, vasco o búlgaro.

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