Oskar Fernandez Garcia
Licenciado en: Filosofía y Ciencias de la Educación

Una simbiosis político religiosa inadmisible y repudiable

Un gesto real de compromiso, empatía y ganas de luchar contra la violencia de género hubiese sido acercarse hasta donde se encontraban las jóvenes manifestantes, para transmitirles una mínima solidaridad y predisposición efectiva para erradicar todo vestigio de machismo en la sociedad.

El domingo, 15 de agosto de este año, se producían en la capital de Bizkaia dos acontecimientos diametralmente opuestos, pero de alguna manera, interconexionados con esos hilos prácticamente invisibles, y dotados de una fuerza y arraigo seculares, al haber sido tejidos mediante una actividad sociopolítica sistemática, opresiva e impositiva.

Cronológicamente los hechos se desarrollaron de la siguiente manera:

A primeras horas de la mañana de ese jueves festivo varias decenas de jóvenes mujeres, integrantes de la plataforma Bilboko Gazte Sare Feminista, cortaban el tráfico rodado del puente del Ayuntamiento, durante una hora y media, desde las nueve hasta las once menos veinte. Momento en el que una veintena de las participantes eran identificadas por efectivos de la Ertzaintza e imputadas por desórdenes públicos.

La acción llevada a cabo por esas jóvenes, encomiables y dignas de admiración, tenía como objetivo denunciar, a los cuatro vientos, la insoportable, aborrecible, brutal e insostenible situación de indefensión que sufren diariamente, ante la sistemática violación de derechos fundamentales por parte de una sociedad heteropatriarcal, que no toma, en absoluto, conciencia de la magnitud, extensión y gravedad de una violencia de género desatada y desaforada, que se incrementa y se manifiesta, como una auténtica tortura psicológica y física, durante los periodos festivos o las fiestas de los diferentes pueblos, localidades, concejos y ciudades.

Cansadas, de soportar esa cruel y despiadada lacra social, querían exteriorizar también ese hartazgo, mediante una acción absolutamente pacífica, respetuosa con el entorno y bajo unos parámetros de actuación completamente democráticos y socialmente intachables.

Mediante una cuerda que atravesaba el ancho total de la calzada, abarcando los dos extremos del puente, y encadenadas a ella permanecieron durante el tiempo mencionado; mientras dos compañeras se descolgaban por ambos lados del puente, quedando suspendidas en el aire sobre la ría del Nervión.

Mediante esa acción denunciaban y protestaban por la violación grupal a una joven de dieciocho años llevada a cabo por seis inefables individuos en el Parque Etxebarria de la mencionada localidad, e igualmente mostraban su apoyo y solidaridad con las mujeres que habían sufrido las deleznables y brutales agresiones sexistas acaecidas en Donostia y Gasteiz.

Paralelamente a esa actividad en otro lugar de la villa de Bilbao, situada a escasos veinte minutos andando, pero sociológicamente a siglos de distancia, se llevaban a cabo los preparativos para una misa mayor en homenaje y conmemoración de una pequeña escultura o talla, que mantiene en su regazo a un niño, y que es conocida como la Virgen de Begoña. 
A las doce del mediodía en la basílica de Begoña –transcurridos unos ochenta minutos, aproximadamente, desde el final de la acción reivindicativa y de denuncia llevada a cabo por el colectivo Bilboko Gazte Sare Feminista– daba comienzo el oficio litúrgico oficiado por el obispo de Bilbao, el Sr. Mario Iceta.

A esa puesta en escena de fervor religioso, creencia y fe católica acudían el alcalde de Bilbao, el Sr. Juan Mari Aburto y los y las representantes de tres agrupaciones municipales, correspondientes al PNV, al PP y al PSE-EE, junto con el portavoz del Gobierno Vascongado, el Sr. Josu Erkoreka. Todos y todas las concejales portaban la medalla de la villa de Bilbao.

Al igual que el Sr. Mario Iceta el regidor de Bilbao quiso también en su discurso –dirigido a la gente congregada– acordarse «de quienes peor lo pasan». Hizo mención también a las inminentes fiestas, de la villa fundada por Diego López de Haro, «Quiero que las protagonistas sean las fiestas… Que se celebren sin agresiones, que sean unas fiestas en las que la Aste Nagusia sea sinónimo de respeto, integración, participación y diversidad». No se olvidó de un elemento fundamental de enajenación psicosocial, alienación y abulia sociopolítica como es el futbol, mediante un recuerdo «hacia nuestras chicas del Athletic que ayer nos trajeron el primer trofeo de la temporada…».

Las palabras, promesas, reflexiones, deseos, aspiraciones… de los políticos de derechas, creyentes, practicantes, neoliberales, camaleónicos… son siempre huecas, vacías de todo contenido, superfluas e irrelevantes, y ni ellos mismos se las creen, pero eso sí mediante el uso sistemático, incisivo y constante logran votos y ese es su objetivo vital y transcendental.

El Sr. Aburto se acordó literalmente de quienes peor lo pasan, de quienes sufren las dantescas y abominables violencias de género. Ambas menciones remiten directamente, ni más ni menos, que a la mitad de la población de la ciudadanía sobre la cual ejerce una responsabilidad inexcusable e insoslayable. Pero a pesar de todo eso no tubo a bien en su discurso acordarse de esas decenas de mujeres que a un kilometro, más o menos, de donde él estaba, acababan de realizar con entusiasmo, decisión, compromiso y energía una acción para poder vivir y disfrutar de las fiestas con las mismas garantías y seguridad que la otra mitad de la población bilbaína.

Un gesto real de compromiso, empatía y ganas de luchar contra la violencia de género hubiese sido acercarse hasta donde se encontraban las jóvenes manifestantes, para transmitirles una mínima solidaridad y predisposición efectiva para erradicar todo vestigio de machismo en la sociedad, pero prefirió encaminar sus pasos hacia un centro religioso católico para participar en unos actos de devoción y exaltación de unas creencias esotéricas, cabalísticas y místicas que, desde cualquier ámbito de la ciencia y de la epistemología, tienen la misma relevancia que los cuentos e historias que narraron para la infancia Charles Perrault, Lewis Carroll, Los Hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Carlo Collodi, Gloria Fuertes…

Precisamente esa institución, la Iglesia católica, no solo ha relegado secularmente a la mujer en su organización, prohibiendo su participación taxativamente y contraviniendo, al menos desde 1948, el artículo Primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino que con sus textos, desde el primero de ellos, el Génesis, culpabiliza a la mujer –mediante ese personaje de ficción, conocido como Eva– como principio o causa del llamado «pecado original». Es decir, a través de sus textos, incrimina e imputa a la mujer como causante del perdido «Paraíso terrenal» y el tener que vivir, desde entonces en un «valle de dolor y lágrimas».

Secularmente esa deplorable secta católica ha extendido, divulgado, creado, y generado una imagen absolutamente interesada, distorsionada, manipulada y completamente estereotipada sobre la mujer.

Ese adoctrinamiento sistemático desde los púlpitos de iglesias, basílicas, catedrales… posibilitó generar una idea, una concepción y una mentalidad en las personas creyentes, que llegó a permitir y aceptar, durante siglos, que las mujeres fuesen literalmente vejadas, perseguidas, torturadas y quemadas en espacios públicos bajo acusaciones –completamente absurdas, pueriles y de mentes perturbadas e inquisitoriales– de brujería.

El machismo, en todas sus acepciones y manifestaciones; la violencia de género; la desigualdad de género, en todos los ámbitos; la misoginia… tienen claramente, desde el punto de vista de la antropología social, un referente directo en las alienantes ideas que durante siglos ha transmitido la Iglesia católica.

Finalizando la segunda década del S. XXI es absolutamente inconcebible e inaceptable –desde un punto de vista feminista, progresista y de izquierdas– que la formación jeltzale siga optando, prefiriendo, deseando y empatizando con los rituales, las liturgias, ceremonias y manifestaciones públicas de una creencia, que debiera de estar totalmente asignada y determinada a un ámbito completamente privado; en lugar de mostrarse claramente próxima, cercana, sensible y empática con las reivindicaciones y denuncias que hacen los diferentes colectivos de mujeres; con el sufrimiento, dolor y muerte que padece el proletariado en sus puestos de trabajo; con las personas desahuciadas por la avaricia, rapiña y la inhumana indolencia de la banca; con todas las mujeres que cobran unos salarios muy inferiores a los de los hombres a pesar de realizar el mismo trabajo; con las humildes pensionistas que cobran unas asignaciones mensuales de auténtica miseria y de escándalo social; con todas las personas jóvenes a las que se les ha robado su presente y gran parte de su futuro; con todas las encomiables y maravillosas personas que luchan denodadamente por impedir monstruosas obras faraónicas, contaminantes e insostenibles medioambientalmente como el TAV, la incineradora de Zubieta...

El PNV por su falta notoria, manifiesta y absoluta de empatía con el pueblo, por sus dispendios económicos fatuos y superfluos, por sus escándalos económicos en obras públicas, por su evidente falta de sensibilidad con las personas con menos recursos y con mayores problemas sociales, por su desidia y apatía con la salud pública de los habitantes de esos tres territorios y con el medioambiente, por su manifiesta complicidad con una institución religiosa –que lo único que ha generado, durante siglos y en gran parte del plante tierra, ha sido dolor, sufrimiento, miseria, estulticia, ignorancia, despotismo, injusticia, opresión, genocidio físico y cultura, sometimiento, alienación, inculcación de valores abyectos, intransigentes, intolerantes y retrógrados– está de manera clara, evidente y axiomática imposibilitado e invalidado para seguir ejercitando el poder económico, administrativo, ejecutivo, legislativo y judicial de la CAPV.

Bilatu