Joserra Díez López, Iñaki Antiguedad, Maite Arroita*
Investigadores de la UPV/EHU

URA y las inundaciones

El 1 de marzo se convocó en Vitoria-Gasteiz una manifestación de agricultores y ganaderos en protesta por la gestión que hace la Agencia Vasca del Agua URA. En la misma se culpó de las inundaciones a la administración, por no dragar y «limpiar» los cauces de forma adecuada. Estas protestas se suman a otras muchas por parte del sector primario en las que se culpa a la administración de exceso de celo conservacionista y se pide una batería de medidas que incluyen el dragado de los cauces fluviales o la reducción de exigencias en el uso de fitosanitarios, por ejemplo.

Los abajo firmantes, investigadores de ríos, queremos hacer las siguientes consideraciones:

1. Las inundaciones son fenómenos naturales, pero su frecuencia y magnitud están aumentando como consecuencia del cambio climático y de la ocupación de las riberas. Las inundaciones son esenciales para el correcto funcionamiento de los ecosistemas fluviales, por ejemplo, para la migración de numerosas especies de peces, la recarga de acuíferos, la fertilización de tierras, el mantenimiento de la morfología fluvial o para el desarrollo del bosque de ribera.

2. Las riadas también causan daños económicos y personales. Sin embargo, en la mayor parte de los casos estos se deben a la ocupación indebida de las zonas inundables. Basta con comparar fotos aéreas antiguas con las presentes para comprobar cuánto se han adentrado las zonas urbanas, las infraestructuras de todo tipo, así como los campos de cultivo, en zonas inundables. A veces se ha hecho como consecuencia de la falsa sensación de seguridad que proporcionaba algún tipo de protección frente a inundaciones, otras muchas simplemente olvidando que las zonas inundables antes o después acabarán inundadas.

3. La normativa en vigor obliga recuperar el buen estado de conservación de la red de ríos y arroyos, lo que implica mejoras mucho más allá de la calidad del agua, incluyendo la calidad y naturalidad de los cauces, del bosque de ribera y de las zonas inundables. Esta normativa, igual que el conjunto de la legislación ambiental de la Unión Europea no es fruto del capricho de algunos, sino consecuencia de constatar que la degradación ambiental pone en peligro la sostenibilidad de las actividades humanas.

4. La vegetación de ribera es un elemento esencial de los ecosistemas fluviales que, además de albergar innumerables especies, proporciona servicios ecosistémicos esenciales para la sociedad. En general, la vegetación de ribera no aumenta los daños causados por las riadas, sino que aminora la velocidad del agua y ayuda a secuestrar los troncos que podrían causar daños aguas abajo.

5. Los dragados se han demostrado ineficaces para reducir el efecto de las inundaciones, ya que la siguiente riada vuelve a acarrear nuevos sedimentos. Además, el dragado de los cauces provoca a menudo efectos negativos como la desestabilización del cauce e infraestructuras como puentes, el hundimiento del nivel freático o la destrucción de hábitats fluviales. El exceso de materiales que pueda haber en los cauces suele estar originado en una gestión inadecuada de la cuenca, no tanto de las márgenes.

6. Fuera de los ámbitos urbanos, las canalizaciones duras son soluciones poco efectivas a las riadas, ya que tienden a desestabilizarse en periodos de aguas altas, más aún si ha habido dragados en sus proximidades. En muchos casos, las motas laterales aumentan los daños producidos por las inundaciones, al dificultar que el agua vuelva al cauce después de la riada. El mejor antídoto frente a los riesgos derivados de las inundaciones es la recuperación del territorio o espacio fluvial y una gestión adecuada de toda la cuenca, no su artificialización. Debemos aprender de la experiencia acumulada en lugares como los Países Bajos o más cerca en Navarra o León donde, ante la imposibilidad de luchar contra las inundaciones con técnicas duras, han emprendido multimillonarios proyectos de restauración fluvial para reducir los daños a las personas y al medio ambiente. La recuperación de los espacios inundables es la estrategia utilizada.

7. La agricultura y la ganadería son sectores esenciales, no solo para garantizar nuestra alimentación, también para mantener nuestra cultura y el medio ambiente. Sin embargo, no podemos olvidar que estos sectores también causan afecciones muy serias. En Europa la contaminación por fertilizantes limita el suministro de agua de millones de personas y los pesticidas son una amenaza muy real para nuestra salud. Reducir los estándares ambientales no salvará la agricultura ni la ganadería. Solo acabará perjudicando la salud del medio ambiente y de las personas, de todas, independientemente del sector en el que trabajen o del lugar en el que vivan.

8. La Agencia URA, como cualquier otro agente, no está exento de crítica y nosotros la hemos criticado en más de una ocasión desde la evidencia científica. Sin embargo, consideramos que su labor en la gestión de aguas y en la restauración de ecosistemas acuáticos, basada en el mejor conocimiento disponible, está bien encaminada.

*Firman este artículo: Iñaki Antiguedad, Maite Arroita, Miriam Colls, Ioar de Guzmán, Joserra Díez, Arturo Elosegi, Askoa Ibisate, Ana Saez de Olazagoitia y Ane Zabaleta.

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