Txema García
Escritor y periodista

Urdaibai: el despilfarro descomunal en un museo

Un buen gobernante, un buen gobierno, ha de mirar con sumo cuidado en qué gasta el dinero público. Primero, porque, le hayan o no elegido, no es de él, sino de todos los contribuyentes. Y segundo, porque no se han de malgastar los escasos recursos que con tantos esfuerzos ha costado conseguir a los propios ciudadanos.

Voy directo al grano. El PNV nos viene anunciando desde hace ya cinco años, primero de forma clandestina y en los últimos tiempos a bombo y platillo, su gran proyecto faraónico de instalación de otro Museo Guggenheim en Urdaibai. Ya lo intentó antes, en el año 2008 en Sukarrieta, cuando el diputado general, José Luis Bilbao, lanzó la propuesta de una ampliación de la pinacoteca en Busturialdea como una medida para revitalizar la comarca. El rechazo popular, la desafección del entonces lehendakari Patxi López, y la crisis económica acabó por enterrar la idea hasta que, una década después, volvió a ser recuperada por algunas élites del partido jelkide, ahora con dos sedes, una en Gernika y otra en Murueta.

Erre que erre, el PNV sigue con su propia matraca, porque ni entonces ni ahora, el proyecto genera grandes adhesiones, ni políticas ni, mucho menos aún, sociales. De partida, en este nuevo intento solo parte del aparato del PNV está vivamente interesado en llevarlo a cabo, al precio que fuere. Su socio autonómico, el PSE, se muestra más bien indiferente aunque, eso sí, apoye de forma velada el proyecto, obligado como está a servir de palanganero en el cambio de cromos en Madrid entre el PNV y el Gobierno central liderado por el PSOE. Del PP no se sabe nada porque está instalado en otro juego de «caza mayor» para hacerse con la Moncloa. Mientras, EH Bildu, Podemos y Sumar han manifestado su oposición y rechazo en grados e intensidades diferentes.

Es decir, si nos atenemos estrictamente a cuantificar el grado de apoyo que en términos electorales tendría este nuevo Museo proyecto, vemos que solo contaría, de forma expresa, con un escaso 24% de los votos que obtuvo el PNV en las últimas elecciones generales, a lo que habría que descontar que solo votó un 65% del censo, lo cual reduciría a un exiguo 15% el apoyo real por parte de la ciudadanía.

No parece, sin embargo, que al partido gobernante le preocupe nada todo esto, ni incluso que en Busturialdea este proyecto genere un rechazo cada vez más amplio y evidente. Y no se trata, como decíamos, de una obra menor. Es el megaproyecto «estrella» del PNV y de su aspirante a lehendakari, Imanol Pradales, artífice en la última década de buena parte de los planes de hormigonado del territorio histórico de Bizkaia.

Hay que recordar que él fue, entre otras muchos proyectos discutibles desde un punto de vista medioambiental, el máximo impulsor y valedor de la SuperSur, una obra de nula rentabilidad social para los ciudadanos y en la que se dilapidaron nada menos que 900 millones de euros, convirtiéndose en la autovía más cara de todo el Estado, así como la menos rentable, ya que la recaudación no llega ni para cubrir los gastos de mantenimiento. Un auténtico desastre desde cualquier punto de vista pero, sobre todo, porque fomenta el uso del vehículo privado en tiempos en los que el mundo gira hacia necesidades sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

Ahora, con el Guggenheim Urdaibai, el despropósito toma otro cariz tan preocupante o más que el anterior caso de la SuperSur. De entrada, los impulsores de este proyecto museístico han estimado que su coste rondaría los 140 millones de euros, pero todo parece indicar que posiblemente, de hacerse, esa cifra aumentaría de forma considerable y pudiera llegar incluso a sobrepasar los 180 millones.

Dejémoslo, no obstante, de llevarse a cabo, en 160 millones de euros. Se trataría, en cualquier caso, de un gasto de una magnitud enorme, dado que se plantea en gran medida, dicen sus promotores, para impulsar el declive económico que registra la comarca de Busturialdea, que solo cuenta con 46.000 habitantes. Para hacernos una idea más aproximada de este despropósito es como si Bizkaia, con 1.145.000 habitantes, se gastarÁ nada menos que 3.980 millones de euros de dinero público, que es casi la mitad de todo el presupuesto de la Diputación Foral de Bizkaia en 2024, en una única actuación, en un Museo. Y el despropósito es aún mayor si tenemos en cuenta que a esa cantidad destinada exclusivamente al Guggenheim en Urdaibai, habrá que añadirle otra más importante aún para realmente revitalizar desde un punto de vista económico la comarca. Es decir, suma y sigue.

Pero lo peor de todo esto es que se plantea la construcción de un Museo en Urdaibai para la Fundación Solomon R. Guggenheim sin que esta matriz norteamericana tenga que poner un solo euro, y seas tú ciudadano o ciudadana de Euskadi el que apechugue con todos los gastos de este proyecto infame, incluidos los de limpiar los suelos que una empresa privada (Astilleros de Murueta) ha contaminado durante décadas sin que ninguna institución pública le haya abierto un expediente sancionador.

Pero, estimado y sufrido contribuyente, has de saber que no terminan aquí los gastos derivados de este capricho de las élites del PNV. De llevarse a cabo este Museo (¡que estará abierto al público solo cuatro meses al año!) tendrás que seguir pagando los gastos que se derivan de su déficit de mantenimiento, igual que ocurre con el Museo Guggenheim de Bilbao cuyos ingresos o autofinanciación (a pesar de su éxito) solo cubren un 70% de sus gastos anuales. Este año, en concreto, hay que subvencionarle dinero público, que tú pagas, por un total de 6,8 millones de euros.

No acaban aquí, sin embargo, las hipotecas que nos impone este proyecto. Enumero solo algunas de ellas. En primer lugar, restringirá, y mucho, el gasto mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas y perentorias de otros sectores culturales que se encuentran abandonados, por no decir, olvidados por estas mismas instituciones.

Hay que decir que de los 369 millones presupuestados por Cultura de Lakua para el 2024, solo el ente público de EITB ya se lleva un 52% de ese total, es decir, 192 millones, con lo cual tan solo quedan 177 millones a repartir entre todos los sectores culturales de Euskadi que ven, año tras año, como sus partidas apenas crecen, cuando no se reducen en detrimento de los «grandes escaparates culturales».

En segundo lugar, no es de recibo que mientras se propone un duplicado «discontinuo» del Guggenheim en Urdaibai a un coste multimillonario altísimo, para un proyecto que no deja de ser un producto foráneo, se olviden otros proyectos que reputados expertos llevan mucho tiempo reclamando, como son en todo caso dos museos imprescindibles para entender la historia de este país, el Museo Nacional de la Historia y de la Sociedad Vasca, y el Museo de la Industria y de la Tecnología. ¿Le suenan de algo, señor Pradales?

En tercer lugar, resulta muy significativo que nadie absolutamente del ámbito cultural y artístico de este país haya reclamado la realización de una infraestructura como esta, es decir, no solo no responde a un interés de la ciudadanía, ni incluso de Busturialdea, sino mucho menos aún de los creadores culturales autóctonos. ¿Tampoco le dice nada esto, señor Pradales?

En cuarto lugar, hay que hablar de algo que se llama colonización cultural. Y de que pueblos pequeños como el nuestro están muy expuestos a sufrir las consecuencias de las políticas que imponen las metrópolis dominantes, bien sean las de Madrid, Londres o New York, más aún si los poderes locales se dejan seducir no solo por anglicismos para designar organismos y chiringuitos varios sino por una supuesta modernidad ajena a nuestra identidad como pueblo.

Ahí tenemos el Basque Culinary Center (con otros 40 millones de euros públicos en financiación) y tres grandes parcelas sin coste en Donostia (en la zona de Gros), en Vitoria con el EDA Drinks and Wine Campus y otra en Laguardia. O el Basque Green Deal, el Basque Circular Hub, el Basque Ecodesign Center, el Net-Zero Basque Industrial Super Cluster (de la SPRI), el Basque Energy Intelligence Center y, cómo no, el Bilbao Exhibition Center (BEC), una infraestructura a la que en los diez últimos años las administraciones vascas que ustedes dirigen y nosotros financiamos con nuestros impuestos han tenido que inyectar nada menos que 220 millones de euros para contrarrestar sus continuas perdidas.

No sigo porque la lista de objeciones a este proyecto ecocida sería interminable y no quiero aburrir a los sufridos lectores y lectoras y a los ciudadanos contribuyentes, cuando tienen otros muchos problemas mucho más importantes que afrontar como son el coste de la vida, la vivienda, el paro, el empleo precario, la educación, la sanidad, la destrucción del medio ambiente... ¿Hay alguien ahí?

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