Igor Meltxor
Escritor y analista político

Urkullu y la "degradación" del Estatuto de la Moncloa

El lehendakari Urkullu, volvía recientemente a abogar por el pacto y la negociación con el Estado, por buscar «una nueva convención», después de reconocer que en los últimos 30 años la sucesión de gobiernos españoles ha «degradado» el Estatuto e «invadido» sus competencias. Quizás sea conveniente recordar quien degradó el Estatuto de la Moncloa desde su origen…

El 29 de diciembre de 1978, la Asamblea de Parlamentarios, tras reunirse en la Casa de Juntas de Gernika, aprobaba el texto por 24 votos a favor y una única abstención, correspondiente al representante de EMK, Patxi Iturrioz, curiosamente hoy enrolado en las filas del unionismo español. El PNV consumaba la partición de Hegoalde y trataba de vender a sus bases el Estatuto (o Carta otorgada) como la única via posible para la defensa de los derechos de los ciudadanos vascos. En un claro síntoma de claudicación, Xabier Arzalluz afirmaria: «Este Estatuto no es nuestro Estatuto ideal, ni siquiera el que nosotros propondríamos. Es el que permite la Constitución» (27.12.1978).

El PNV comenzó una campaña a favor del texto consensuado por la Asamblea de Parlamentarios, negándose a cualquier modificación, bajo la amenaza de negarse a votar a favor del mismo. Los jeltzales no querían cambios en una carta otorgada bajo el paraguas de Madrid.
Los partidos politicos de la CAV tuvieron oportunidad de contrastar sus posiciones respecto al Estatuto vascongado, en dos citas electorales continuadas en el tiempo. En las elecciones españolas (1.3.1979) UCD lograría la mayoria absoluta en el Congreso español. En los tres herrialdes el PNV obtuvo 277.000 votos (17,7%), logrando 7 diputados en las cortes españolas, uno menos que los obtenidos en las anteriores elecciones celebradas dos años antes. HB irrumpía con fuerza en la batalla electoral por vez primera, logrando 152.000 votos con 3 escaños. La aparición en escena de HB supuso un aviso para el PNV, que veía con preocupación los resultados obtenidos por la izquierda abertzale. En Nafarroa, solo HB conseguía más votos que toda la coalición formada por PNV, EE y ESEI.

El PNV ante el auge de la izquierda independentista, puso toda su maquinaria politico-mediática en funcionamiento pueblo a pueblo, para resarcirse en las elecciones Municipales y Forales de abril de 1979. El propio Arzalluz se encargaría de agitar a sus bases afirmando que, «con los cientos de concejales y alcaldes, representándonos en los municipios, con el pueblo en pie, como en el Estatuto del 36, nada se pondrá contra nosotros» (29.3.1979). El antiguo jesuíta era consciente de la importancia que para su partido tenían los cientos de concejalías y alcaldías, junto con el poder de las diputaciones forales, para lograr la tan ansiada hegemonía politica del PNV, con un único fin: perpetuarse en el poder de la CAV. Llegar a ser dueño de una importante maquinaria politica y administrativa que le permitiese gestionar inmensos recursos y una gran cuota de poder.

El resultado de las elecciones fueron muy favorables para la formación jeltzale, obteniendo un rotundo triunfo en los tres herrialdes de la CAV, y a nivel de Hegoalde se convertía en la primera fuerza politica, seguido de HB. Los jeltzales lograban captar votos de la derecha a costa de la rebaja de sus supuestas pretensiones nacionalistas. El PNV lograba también la presidencia de las tres diputaciones, controlando de este modo, la mayoria de los organos municipales y provinciales de la CAV. El control de las instituciones vascongadas a modo de cortijo ha sido la dinámica del PNV a lo largo de su dilatada historia. El militante del PNV, Xabier Aizarna se convertiría en el Diputado General de Gipuzkoa, Jose Maria Macua accedería a la Diputación vizcaína, y Emilio Guevara, posteriormente ligado al PSOE, presidiría la Diputación alavesa.

Sin tiempo para asimilar los resultados electorales, comenzaba la campaña del referéndum para la aprobación del Estatuto vascongado, unos meses en los que el PNV comenzaba una campaña frenética basada en la «politica del miedo». Los politicos profesionales de Sabin Etxea, dedicaron todos sus esfuerzos en convencer a la ciudadanía vasca de que la opción del Estatuto, era la tabla de salvación para evitar una intervención militar en Euskal Herria.

El PNV vendía la opción de la Carta otorgada como la solución a todos los males del pueblo vasco, prueba de ello serían los esloganes de campaña: «Voy a levantar Euskadi con una sola palabra: Bai al Estatuto», «Voy a resolver un problema de siglos con una sola palabra…», «Voy a poner paz en Euskadi con una sola palabra…» Así de sencillo. Los dirigentes del PNV, con Carlos Garaikoetxea al frente, habían pactado con el Gobierno de Suárez, un Pacto a la medida de ambos partidos.

Por un lado, el Gobierno español contemplaba con tranquilidad la politica ofensiva del PNV, siendo esto un aval para Madrid, y por otro lado, los jeltzales consumaban la «partición» de Euskal Herria y dejaban al descubierto las pretensiones politicas de un partido que de nacionalista cada vez tenía menos. El PNV abogaba por un autonomismo servil como en 1936. El senador Julio Jauregi lo resumía de este modo: «Estamos –y es tradicional en el Grupo del PNV– luchando y defendiendo una autonomia. Nosotros tenemos desde la época de Sabino Arana un objetivo político en el que hemos trabajado sin descanso. Sabino Arana señaló en 1902 como objetivo politico la autonomia más radical posible dentro de la unidad del Estado» (Discurso de Julio Jauregi en el Senado español tras aprobarse el Estatuto de 1979).

El fiel heredero de Kizkitza, sustentaba su argumentación en la tan traída y llevada, y poco explicada, «evolución españolista», atribuída a Sabino Arana poco antes de su muerte, y que ha servido para que lideres como Jauregi, Ajuriaguerra… hayan llevado al PNV a una politica autonomista y posibilista, buscando como siempre el encaje más cómodo en la estructura del Estado español, sin cuestionar la sagrada unidad nacional española. Xabier Arzalluz, con motivo del Alderdi Eguna, haría suyas las tesis de Jauregi: «No os prometimos la independencia, sino luchar por una autonomia no menor que la que alcanzaron nuestros mayores con un Estatuto que no fuera cerrado» (30.9.1979).

No era novedosa la renuncia independentista del PNV, abogando por una autonomia plena integrada en el Estado español. El ex jeltzale, y por aquel entonces, lider carismático de la izquierda abertzale, Telesforo Monzón, declararía que «el Estatuto, significará romper definitivamente a Euskadi, separando a las Vascongadas de Navarra» (21.8.1979). Los miembros del PNV nunca se han preocupado en recomponer el jarrón (Monzón dixit) que ellos mismos colaboraron en romper en pedazos.

Mientras la izquierda independentista se dedicaba a denunciar la actitud del PNV, el lehendakari del Gobierno vasco en el exilio, Jesús María Leizaola, calificaría de «hitleriana la aspiración de HB a formar un único Pais Vasco a ambos lados de la frontera» (30.8.1979). Tantos años en un exilio dorado, para llegar a esto. Todo ello era fruto del anquilosamiento que los dirigentes del PNV sufrieron en estos años de largo retiro, gracias, en buena parte, al aburguesamiento de su cúpula politica. La soberania politica de Euskal Herria quedaba ya relegada a un tercer o cuarto plano. Triste bagaje.

HB como EMK apostaron por la petición de abstención. El eslogan de HB: «Navarra no vota, nosotros tampoco», y el de EMK: «Ni un voto de la izquierda para el Estatuto de la Burguesía». Mientras tanto el PNV esgrimía el peligro de intervención militar si el Estatuto no era refrendaba, al mismo tiempo que se atrevía a afirmar que este era «un primer paso para la independencia de Euskadi».

El Estatuto vascongado negaba el derecho de autodeterminación, el euskera no se equiparaba al castellano, permitía la permanencia de las fuerzas policiales españoles en el territorio, y excluía de facto a Nafarroa, entre otras muchas cuestiones. Esta última era quizás, de las que más dolor producía a los abertzales, que tenían que escuchar una y otra vez el latiguillo de «Navarra se podrá incorporar…», «Navarra será lo que los navarros decidan…», reflexiones que a lo largo del tiempo ha venido asumiendo el PNV como propias. DecíaTelesforo Monzón al respecto de la cuestión de Nafarroa: «Sin Nafarroa, ni un solo paso. No caeremos nuevamente en la trampa. Preferimos el jarrón entero, aunque sea vacío, que cachitos del jarrón roto envuelto en papel de transferencia. Resulta ridiculo e indignante oir hablar de que Nafarroa… ya vendrá, ya se incorporará, ya se sumará a las instituciones vascongadas. Nafarroa no tiene por qué venir a ninguna parte, ni incorporarse a nada, ni sumarse a nadie. A Nafarroa le corresponde estar y ser (‘Egon ta Izan’). Nafarroa es Nafarroa». (Egin, 24.8.1980)

Arzalluz meses antes había dejado por escrito la renuncia a Nafarroa por parte del PNV:
«Podemos vivir perfectamente sin los navarros y sin su territorio. (…) Nosotros tenemos un sentimiento de solidaridad con ellos, pero si ellos no quieren, son muy dueños de no venir. El problema de Navarra es el probelma de su propia conciencia, si se sienten o no identificados con nosotros. Lo que debe desaparecer es todo sentimiento de que nosotros queremos oprimirles» (‘La Gaceta del Norte’, 16.5.1980)

Finalmente el 25 de octubre de 1979, y tras una campaña politico-mediatica muy fuerte, sobre todo, por parte del PNV, y auspiciada desde Madrid, se celebró el referéndum para la aprobación del Estatuto de la Moncloa, previamente consensuado por la Asamblea de Parlamentarios, surgida el 15 de junio de 1977. Los resultados fueron favorables en los tres herrialdes, aunque la victoria podría considerarse «ajustada», ya que el voto afirmativo supuso el 53,1% del censo electoral, frente al 46,9% que aglutinaría la abnstención, votos nulos y negativos. Solo la abstención sumó la friolera de 644.105 electores. El PNV no había logrado hacer efectiva su tan pretendida labor pedagógica de cara a la aprobación del texto. Los resultados nada tenían que ver con el Estatuto republicano del 5 de noviembre de 1933, donde los votos afirmativos sumaron el 84,05% del censo electoral.

Señor Urkullu: el Estatuto lo degradaron ustedes hasta tal extremo, que nació muerto.

Bilatu