Jesús Valencia

Venezuela y el Parlamento Vasco

En cuanto a las estrecheces que sufre el pueblo venezolano, hay voces autorizadas que rebaten a nuestros parlamentarios. Alena Douhan, redactora de la ONU, lo dice claro en su informe: las medidas coercitivas impuestas desde el exterior han cortado el desarrollo venezolano.

El Parlamento Vasco celebró el 18 de febrero una esquizofrénica sesión. La bancada neoliberal rivalizaba en denuncias de trazo grueso: la vulneración de derechos, la politización de la justicia, el choriceo de los dirigentes (PP), las detenciones arbitrarias, la represión contra la disidencia, el castigo a la libertad de expresión, las torturas con descargas eléctricas y bolsas de plástico, las violaciones sexuales de las detenidas. ¿Qué estaba ocurriendo?

La razón era simple, sus señorías no estaban hablando del Estado español. Pero bueno, quizá se trataba de un ramalazo solidario con otros pueblos: «debemos alzar la voz e impedir el olvido sobre la gravísima situación que padecen otras personas». Gesto encomiable. Acaso sus señorías repudiaban las canalladas que comete Marruecos contra el pueblo saharaui. O la crueldad del sionismo israelí que ha convertido Palestina mitad en cárcel y mitad en cementerio. Puede que señalaran al Gobierno colombiano que se desayuna cada mañana con el correspondiente asesinato impune de líderes sociales. Pues no; la diana de todas aquellas furias volvía a ser Venezuela.

Hacía tiempo que el PNV no había invitado al pseudoembajador Ecarri ni siquiera al golpista Saleh. Demasiado silencio; su fobia antichavista requiere escenificaciones periódicas para que su pertinaz cruzada no decaiga. En esta ocasión, legitimando la barbarie de las sanciones, decidió negar validez a unas elecciones parlamentarias que Venezuela había celebrado cuatro meses antes. A ello dedicaron buena parte de la mañana. ¿Será que sus señorías no tienen problemas más acuciantes en su agenda? Abierto el portón, fueron saliendo al ruedo los morlacos neoliberales rivalizando en furia contra la Revolución Bolivariana: las miserias que soporta el pueblo por culpa de sus corruptos gobernantes; el heroísmo de la reprimida oposición; la categoría ética de los cincuenta países que rechazan ese pestilente régimen (no dijeron nada de los otros 140 que lo reconocen). Tópicos de sobra escuchados y que uno de los ponentes reconoció como reiterativos. Venezuela sí que aporta nuevos datos, aunque, como era de suponer, no se mencionaron en la cansina sesión de aquella mañana.

Leopoldo López, el heroico opositor que las señorías mencionaron, abandonó su tierra gracias el embajador español y vive con su familia en el barrio Salamanca de Madrid. La Asamblea Nacional que nuestro Parlamento no reconoce, funciona con normalidad; sus miembros, sean del Gobierno o de la oposición, se van integrando en las diferentes comisiones. En cuanto al «legítimo» Guaidó, no pasa por sus mejores momentos. Fue a Londres exigiendo los dineros de Venezuela allá depositados; la justicia inglesa se los denegó y, para fatalidad del solicitante, le exige 529.000 euros por pago de costas. La UE le niega ahora aquel título de «presidente interino» que le reconoció; reconocimiento que ha sido criticado hasta por la ultraderecha alemana.

En cuanto a las estrecheces que sufre el pueblo venezolano, hay voces autorizadas que rebaten a nuestros parlamentarios. Alena Douhan, redactora de la ONU, lo dice claro en su informe: las medidas coercitivas impuestas desde el exterior han cortado el desarrollo venezolano; el robo de las riquezas y el congelamiento de reservas han provocado la asfixia económica que ha tenido un impacto directo en la salud, la migración y todos los aspectos de la vida social.

Alfred de Zayas, el primer Relator de la ONU que informó sobre la Venezuela acosada, apunta hacia el futuro: «Los EEUU, Canadá, y muchos países de Europa, algún día tendrán que pagar reparación al pueblo venezolano por el enorme daño material y moral que le han causado». Cuando llegue ese día, ¿seguirá el PNV apadrinando a Guaidó?

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