Aitziber Salazar, Iñaki Penedo, Andoni Iriondo
Secretaria de Organización, Presidente de la Asamblea Nacional y Secretario General de Gazte Abertzaleak

Victimas de las dioxinas. Victimas del sistema

Son días convulsos para los habitantes de la zona de influencia del vertedero de Zaldibar, donde el mayor desastre medioambiental que ha sufrido este país se cierne sobre ellos. Sin embargo, si bien estos día se esta hablando de lo allí acaecido, esto no ha sido un accidente, no ha sido una tragedia; sino un fallo del sistema. Estamos ante días de llamadas, de actividad comunicativa, de preocupación, de solidaridad con los afectados, como no; pero no vemos en realidad la magnitud del problema, ya que el núcleo del error es el propio sistema.

Desde hace años hemos tentado nuestra suerte económica a la tradicional economía lineal; modelo basado en comprar, usar, tirar. Sin duda, mediante este modelo, el valor se crea al producir y vender tantos productos como sea posible, así, crecemos económicamente, generamos empleo y saciamos a una sociedad con ansias de consumismo. Pero: ¿és este sistema sostenible?¿Y qué hacemos con los residuos surgidos?

Desde luego, el sistema no es sostenible ya que si bien ha impulsado la economía, lo ha hecho a un alto costo. Ese costo continúa siendo extraído del planeta y de muchas de las personas en él, sin que la ganancia ni el dolor se distribuyan por igual. De la mano de la economía lineal se encuentra un cóctel tóxico de consecuencias negativas, que van desde el agotamiento de los recursos naturales, hasta la desigualdad social, la contaminación ambiental y el empeoramiento de los riesgos y efectos del cambio climático. Y es que más del 90% de las materias primas utilizadas en todo el mundo no se reciclan, lo que ejerce una fuerte presión sobre nuestro clima, planeta y sus recursos naturales, los cuales son finitos; Lo que nos ha llevado a donde estamos hoy, en todos los sentidos, es la economía lineal.

Por otro lado, estos días hemos visto como los residuos generados en la CAV han sido llevados mayoritariamente en el vertedero de Zaldibar, y es que según los datos facilitados en 2019 por el Gobierno Vasco, el 22% de los residuos depositados en 2018 en la CAV fueron a parar al vertedero de Zaldibar. Un vertedero de gestión privada.

Más halla del sistema económico o social, ningún ciudadano vasco o vasca permitiría que se privatizase la sanidad, la educación o nuestros servicios sociales. Sin embargo no hemos tenido problema en que eso sucediera con los residuos, es más, como sociedad hemos aplaudido la privatización de la gestión de los residuos como si de esta manera no fuéramos responsables de ello, así como que gestionar “la mierda” no va con nosotros. Pero los residuos no son simple basura. Los residuos tienen un valor real para la obtención de materiales que se pueden integrar de nuevo en los procesos productivos.

La gestión de residuos debe de ser tema de trascendencia nacional, y su gestión debería de requerir de pactos nacionales. En los últimos años hemos asistido a encontronazos entre distintos sectores sociales y políticos por este asunto. Bolsas de basura arriba, bolsas de basura abajo, la gestión de residuos se ha reducido a estrategias económicas. Sin embargo, lo sucedido en los últimos días debería de hacernos reflexionar lo suficiente como para poder llegar a un acuerdo, un pacto de nación, entre diferentes, que garantice que nuestros residuos se gestionan de la manera más justa social y mediambientalmente, con un plan de actuación integral. Como dice un reconocido lema: Pertsonak helburu.

Ese acuerdo debe de poseer unas bases sólidas, que no pase por la privatización de su gestión, y es que con ese modelo, unos pocos se han enriquecido para que otros suframos las consecuencias sanitarias, ecológicas y económicas de la falta de gestión y la falta de control.

Últimamente observamos desde las instituciones llamadas a alertar sobre la crisis climática, alertas sin propuestas, sin medidas, sin alternativas viables. Es hora de las propuestas. Ante todo prevención, transición a una economía verde y descarbonización. Por otro lado, y ante los que siguen sin querer tomar el único camino que nos permitirá tener un futuro,la creación de una policía ambiental que controle los vertederos, las emisiones de gases, la calidad del aire y del agua, y que persiga los orígenes de vertidos ilegales. Asimismo, colaborar con asociaciones independientes que trabajen en la persecución de delitos ambientales, y que dispongan de recursos para garantizar que todas las normativas y medidas se cumplen debidamente.

Conocemos el camino para seguir adelante, hay que trabajar en ello para prevenir futuros desastres ambientales y la destrucción de nuestro planeta. Sin embargo en Zaldibar el desastre ya ha sucedido, y ahora es el momento de ayudar a las victimas de nuestro propio desastre, ya que no olvidemos que en la zona afectada por el vertedero viven 50.000 personas que sufrirán daños en su salud de manera directa. Es necesario recabar más datos de los análisis realizados en el aire, agua y tierra de las zonas limítrofes del vertedero, para así poder elaborar un plan de monitorización y acción sobre la salud de los habitantes de la zona.

No podemos terminar estas palabras sin recordad a Alberto Sololuze y Joaquin Beltran, las verdaderas victimas de este desastre, así como de sus familiares y allegados a los que enviamos un fuerte abrazo.

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