Asier Fernández de Truchuelo Ortiz de Larrea

Vitoria-Gasteiz, la ciudad muerta

No existe un proyecto real de regeneración urbana; es una ciudad atípica, donde las personas se distribuyen por su rango de edad: cuanto más te vas acercando al extrarradio, el índice de edad disminuye de forma exponencial... nunca vi nada igual.

Vitoria-Gasteiz, capital de la CAV, territorio también conocido como €uskadi.... ¿o era Euzkadi?... Hay quien se atreve, incluso, con el «Euskal Herria»... mucho nombre raro para una simple región del norte de España. Pero, en definitiva, como decía la canción, «capital artificial de un país singular» ... la Atenas del norte decimonónica; la Green Capital del siglo XXI; o, según algún VTV de las nuevas generaciones, la «Brown Capital» –o sea, metrópoli de las mierdas de perro–, por la alta densidad de éstas sobre el pavimento y los parques de la ciudad. Y es que hay más zurullos que habitantes, y, recordando a los Tijuana in Blue... unas tú las pisas, y otras te intentan pisar...

Mientras tanto, Vitoria-Gasteiz no hace más que recibir premios por sus bondades, recordando a aquellos sepelios en los que siempre se dice lo buenísimo que era el finado... Pero, ¿es mierda todo lo que huele a mierda y sabe a mierda? Auskalo! En este mundo postmoderno y «cosmopaleto» cualquier cosa es posible, de la mano del Basque TM y su Culinary Center Club.

Una ciudad en ruinas; todo sea por un futuro mejor... Mientras tanto, un transporte deficiente e insuficiente se apodera de la ciudad, teniendo sus habitantes que hacer verdaderos artes malabares para desplazarse por su otrora «modélica» ciudad. Más que una ciudad europea, recuerda a esas ciudades sirias destruidas por la guerra, con sus socavones y escombros por doquier.... Necesita un plan Marshall con urgencia, parece que con la asignación del Cupo -ese presunto «privilegio» que, junto a la división provincial, es nuestra razón de ser y piedra angular de nuestra dependencia... alguno diría «autogobierno»-, y del canon de capitalidad no llega para tanto derroche ... Luego dirán que la culpa es de la RGI....

Vitoria es la ciudad de los proyectos fallidos e inacabados. Cada nueva legislatura aparece, como por arte de birlibirloque, una idea feliz: soterramiento de la Avenida Gasteiz y de las vías; auditorio de la música; BAI center; KREA; Multiusos Mendizabala-Kronos; cubrir todo el ensanche con tejabanas de acero y cristal; el Bulevar de la calle Madrid... y un largo etcétera que daría para otro artículo. Y, para cuando algún proyecto se lleva a cabo, parece que los técnicos fueran unos tales Pepe Gotera y Otilio.... Ejemplos, mil: una ciudad sobredimensionada y vacía, con Arkaiate como ejemplo más sangrante, que queda donde Cristo perdió la alpargata. Mientras tanto, el Centro se vacía y muere...

No existe un proyecto real de regeneración urbana; es una ciudad atípica, donde las personas se distribuyen por su rango de edad: cuanto más te vas acercando al extrarradio, el índice de edad disminuye de forma exponencial... nunca vi nada igual.

Volviendo al urbanismo, son innumerables las modificaciones sobre calles recién trazadas. Caso particular, por el resultado del nuevo diseño, es el de la Calle Leza a la altura del colegio Zabalgana: el incivismo de los usuarios ha llevado a modificar una calle. ¡Ainss, qué miedo! Pero hay más: el famoso cambio de Stop en Iturritxu con Campo de Los Palacios; el túnel de la circunvalación sur; los bide-gorris, que antaño aún eran rojos, y siempre han estado infrautilizados: mejor harían en llamarlos «bide-hutsik» –caminos vacíos, para los que no hablen la lengua de Aitor–. Los nuevos son unas líneas blancas sobre el pavimento o las aceras. y, como las mierdas, unas las ves y otras no.

No crean ustedes que estos males endémicos se deban achacar a un único alcalde, a una legislatura, o a un mal equipo de gobierno. Al contrario, es algo que viene de lejos, pero a lo cual nadie pone remedio. Eso sí, ¡vivan el despilfarro y el populismo! Y la política a la danesa: les recomiendo ver la serie "Borgen", y que me digan a quién les recuerda la señora Birgitte Nyborg. Sin olvidar, por cierto, a otro prócer de la política gasteiztarra con un apellido de infame recuerdo –el de aquel traidor que se abrazó en Vergara y no dudó en fusilar a sus camaradas de armas–, gran «amante» de la ciudad, pero que no dudó en abandonarla y renegar de ella por una poltrona en Madrid. Eso sí, cometiendo ese mismo fraude al que tanto rédito electoral le quiso sacar.

¿De verás no creen ustedes que nos merecemos una ciudad mejor y más acorde a nuestras necesidades?

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