Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

8M

Leo un artículo sobre el Día de la Mujer, en un diario local de Andalucía, de una periodista con largo recorrido en su profesión que empezó con las crónicas de La Casa Real, y que se especializó más adelante en la crónica política. Se lamenta que cualquier consideración que se haga contrario al feminismo politizado y excluyente, significa ser tachado de facha. No se dé que le ha servido ser cronista de la política, ya que el feminismo de izquierda radicaliza, y divide a la sociedad, según ella. Todavía recuerdo con estupor y rabia los comentarios embusteros que hacía desde la Cope, en las tertulias nocturnas. Soltaba sin el menor escrúpulo, lo malísimo de salud en que se encontraba el golpista Armada, aristócrata, monárquico, que intervino en la guerra civil, y en la División Azul, previamente a la intentona del golpe de 1981, todo un historial que explica la maravillosa transición. La periodista, día sí y también, lloriqueaba que por humanidad saliera de la cárcel de lujo en la que estaba cultivando flores. Al militar le cayeron 30 años de prisión, cumplió 5 años y falleció con 92 años, así que vivió 25 años más, y su salud pasó al olvido. Esta periodista hija de falangista, se atreve a cuestionar el feminismo reivindicativo, por un mero maquillaje de una posición dominante, que ni la cuestiona. Sin dejar de considerar la profesión militar, una senadora republicana, y piloto de aviones militares, entusiasta de las políticas de Trump, desde su posición de privilegio ha tenido la decencia de mencionar que fue violada por su superior. Es de agradecer que de luz respecto a lo que sucede en todos los ejércitos mixtos. Poco ha profundizado el sentido de ser militar de una potencia imperialista, especializándose con su avión en destruir blindados, a miles de kilómetros de su Estado, que dentro de los mismos hay seres humanos. Las violaciones masivas, o selectivas, son un arma de guerra, lo mismo que el avión que pilotaba. El patriarcado sin violencia, se convierte en un caniche amaestrado. Todas estas mujeres periodistas y expertas en matar, con su sueldo correspondiente, forman parte del patriarcado más descarnado. Cuando se lee un escrito en una pared: «¡Si tocas a mi prima te mato! Autodefensa feminista», es un camino sin retorno. Mientras existan ejércitos y policías con armas de destrucción que mutilan ojos, manos, caras, y demás artilugios mortíferos, los días para recordar las reivindicaciones de las mujeres tienen larga vida.

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