Enric Vivanco Fontquerni - Barcelona

Ahora no es el momento

Una de las paradojas más lamentables es que el enemigo que se airea, por sistema es el equivocado. En política, viven en simbiosis el detritus y el enemigo. Si no se hace esta distinción, el error es inminente. Ni los presupuestos, ni las leyes pensadas para algún colectivo, no son ningún marco de referencia, son las migajas electorales. Es imprescindible disponer de una estructura, en que la ciudadanía pueda guiar su propio rumbo.

El marco que ofrece el Estado actual es inoperante, porque impide cualquier cambio estructural. El partido que no asuma este principio básico es prescindible. La estructura se ha de construir de forma robusta en el que las variantes políticas, estén implementadas por la exigencia de las masas, y que dicha estructura vehicule sin problemas los cambios, para poderse ajustar a las necesidades de la situación y no del futuro que nunca llega.

En la actualidad, los chantajes de las empresas, sindicatos y partidos políticos encuentran el nido idóneo en este entramado que se le llama Estado de Derecho. La ciudadanía ha de saber que no todo el mundo piensa igual, ni todo el mundo desea los mismos objetivos. Por ello, la ingeniería política debe ser flexible, para adaptarse a la coyuntura, que siempre será por un tiempo, y no a perpetuidad como ahora, que está avalada por unas leyes y unas instituciones preparadas para aplastar cualquier disidencia. La vida de los humanos no tiene la duración entre la primera a la segunda glaciación.

Por ello, el ir posponiendo lo que desea la mayoría, es la peor de las tropelías del sistema político actual, y el más indecente, ya que frustra a los contemporáneos las soluciones que reclama. Ahora no es el momento, es la música que se escucha constantemente, y los ejemplos son a millones.

Equivale a la perversión más refinada de la política que se debe de soportar. La politiquilla de los partidos que han aumentado votos y se ponen tan contentos, que se plasma en una mayor capacidad de gestionar puestos de trabajo y sueldos, para colocar a los míos, al final acaba con un descrédito general de la política, que si continúa por este sendero las dictaduras están al caer en manos del detritus, que los poderes económicos están financiando.

El cambalache de pactos entre partidos pensados solo para su propia supervivencia, sin sustanciarse en nada, es el engaño de todo este entramado estructural que refleja el neo-caciquismo, como señaló en su tiempo Joaquín Costa. «Ahora no es el momento» es el resumen del Estado de Derecho, que funciona y lo que ofrece son las rejas de la jaula, en la que las distintas sociedades habitan.

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