Antonio Aguirre Charterina e Isabel Bóveda Urioste | Comunidades Cristianas Populares de Euskal Herria

Ante las inmatriculaciones por parte de la Iglesia

Miembros de Comunidades Cristianas Populares de Euskal Herria queremos manifestar nuestra opinión sobre la situación que se está creando en nuestro pueblo en torno a las inmatriculaciones que la Iglesia está realizando.
    
Estamos profundamente preocupados por el testimonio que está ofreciendo la jerarquía eclesiástica que, valiéndose de normas y privilegios concedidos por el gobierno, se está apropiando de bienes que en muchos casos no le pertenecen. Nadie sabe exactamente la cuantía ni el valor de esos bienes –capillas, viviendas, terrenos–, registrados en las diferentes inmatriculaciones que los poderes públicos consienten, a pesar de ser los responsables del cumplimiento de las leyes.
    
No entramos a valorar la legalidad o no de estos hechos, pero sí creemos que una Iglesia que acapara propiedades, que en muchas ocasiones han costado sangre, dolor y lágrimas, se posiciona claramente al lado de los poderosos y contradice las palabras del Evangelio «No podéis servir a Dios y a la riqueza» (Lc. 16,13).
    
Del mismo modo creemos que una Iglesia que se incauta de lugares de culto y otros bienes inmuebles y pretende tener la propiedad privada de lo que en el pasado perteneció y, por tanto, debería seguir perteneciendo al pueblo, no puede ser la heredera de Jesús que proclamó con rotundidad «No os procuréis oro, plata ni calderilla para llevarlo en la faja; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón.» (Mt. 10, 9)
    
Como cristianos creyentes en Jesús de Nazareth, que siempre estuvo al lado de las personas más desfavorecidas que sufren marginación y pobreza y también como ciudadanos de un estado que se considera aconfesional, otro rasgo que la Iglesia parece ignorar con este comportamiento, tenemos la obligación de denunciar esta actitud y de pedir a la Iglesia la renuncia a las apropiaciones que sean ilegítimas, para continuar siendo testigo de Jesús de Nazareth. Una Iglesia libre y al servicio de los pobres, que impulse los valores claramente evangélicos: el amor, la justicia y la solidaridad. «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero este Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.» (Lc. 9,58)

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