Boicot de España a los productos catalanes
Los españoles han decidido no comprar productos catalanes en represalia por querer abandonar España para crear su república. Es lógico: si no quieren compartir la patria y el destino, que tampoco se aprovechen de las ventajas de pertenecer a la misma comunidad social. Esto significa que su criterio para aprovisionarse es el patriotismo, sin tener en cuenta otros criterios económicos. O sea que los ideales son un factor determinante para crear riqueza en España. Esa es una doctrina que pugna con la ley económica más elemental de la oferta y la demanda que consiste en que las transacciones comerciales se basan en el precio, calidad o condiciones de pago y que es el fundamento desde el origen de los tiempos. Por tanto, que los aspectos románticos o amistosos tienen muy escasa incidencia a la hora de decidir con quien se cierra una operación. Ahora va a resultar que los españoles tradicionalmente han comprado a los catalanes porque les parecían simpáticos o porque querían favorecerles por razones de afectos. Habría que explicarles a los que quieren castigar a los catalanes a no comprarles sus productos por su falta de patriotismo que las compras que realizan en Catalunya se deben a que las condiciones de venta son las mejores que pueden encontrar en el mercado tanto el nacional como en el extranjero y que sería difícil de entender que no fuera el criterio del precio u otras condiciones de venta lo que determine la decisión, pues de lo contrario sería desarrollar una política económica contraria a la más mínima lógica de los contratos mercantiles que se basan en la ley de la oferta y la demanda, tan implacable como que la noche sigue al día. El empresario español que decida contratar con un catalán y lo haga basándose en criterios patrióticos o romántico y no en económicos estará condenado a no ser competitivo y tendrá que cerrar porque sus competidores que sí se basan en las leyes del mercado podrán ofertar mejores precios y condiciones en las relaciones empresariales. Es probable, no obstante, que ese espíritu celtibérico tan acreditado a lo largo de los siglos sea la razón por la que nuestra economía es tan escasamente competitiva y por eso su estado es habitualmente de crisis teniendo que ser periódicamente rescatada porque nos aprovisionamos de nuestros amigos para favorecerles aunque podamos comprarlos más baratos y en condiciones mejores en la competencia. Con economistas tan acreditados como hay en España, ¿no habrá alguno que conozca y explique la ley de la oferta y la demanda?