Enric Vivanco Fontquerni

Cambio de nombre

Los que sí estuvimos en la Plaza de Catalunya durante el 15M cada día, hasta que falleció por inanición y por la vaciedad de sus contenidos políticos, que con un mínimo rigor intelectual se podía constatar que los que manejaban los grupos eran los intrigantes fracasados habituales de siempre, de sindicatos y de partidos políticos más cercanos a las sectas que a otra cosa. En plena crisis económica, que consistió en una restructuración capitalista a escala planetaria, bajando costos salariales y derechos adquiridos, como la externalización de las ventajas sociales a costa del consumidor. Los grandes debates en los coros de ignorantes supinos, se podía escuchar cada día las mismas soluciones rocambolescas, que si no fuera por el momento tan duro para muchas familias, era de una comicidad infinita. Los temas mayoritarios y en algunos casos subidos de tono eran: el cambio de la ley electoral, y algún artículo de la Sacrosanta Constitución, que los pocos que intentaban pensar algo, no se entendía que no se cuestionase para nada por parte de los líderes de los coros y danzas, a la Monarquía. Con este pequeño detalle, no hacía falta volver al día siguiente, ya que la tomadura de pelo era evidente. Este movimiento que enseguida fue canalizado por parte de los grandes grupos empresariales, y que merece un estudio en profundidad que todavía hay datos que se ocultan, como los dobles agentes que eran perfectamente reconocibles por sus discursos, es hora que se diga sin ningún complejo que los vencedores de esta encerrona ha sido el partido más peligroso, que jamás se ha fabricado en el Estado, que es Ciudadanos, que su bilis es letal y no repara en gastos. Los que ahora quieren cambiar de nombre, son sus cómplices directos de un montaje que como los carnavales, su única función consistió en eliminar presión para que el tinglado aguantase un año más, hasta el año siguiente, y así hasta el infinito. Podemos, ha sido una estafa de baratillo, por parte de ignorantes universitarios, desde un punto de vista de buena fe.

Atentamente,

Enric Vivanco Fontquerni

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