Cánovas suprimió los fueros vascos
Este político al que todos los españoles valoran como gran estadista tuvo el dudoso honor de suprimir los fueros vascos tras la Tercera Guerra Carlista mediante la Ley Abolitoria de 21 de julio 1876. En la presentación ante Las Cortes expuso como contundente argumento justificativo «por derecho de guerra». Ya en 1937 José María Areilza la actualizaría al tomar posesión como alcalde de Bilbao en 1937 con criterios tan propios de un humanista, tal como él se catalogaba: «…¡vaya si ha habido vencedores y vencidos!. Nosotros tenemos la legitimidad de los vencedores en la guerra». Cánovas recibió tres disparos en Garargarza de manos del anarquista Angiolillo. Este político hispano fue el prototipo en aquellos tiempos políticos turbulentos metido en todos los fregaos en una más de las épocas indignas de este país que querían impedir que se les escapara el imperio a jirones, por medio del expeditivo procedimiento de la fuerza de las armas.
Que se correspondería con el posterior principio filosófico profundo que se atribuyó a Billy el Niño en su feudo de la DGS en la Puerta del Sol cuando argumentaba: «Por qué negociar nuestras discrepancias si podemos solucionarlas a ostias?». Cánova, aquel rígido y fanático católico fundador del partido Conservador opinaba que el pueblo lo formaba un rebaño de bestias incultas y sin derechos que sólo valían para pagar impuestos y llevarlos al frente a guerrear para evitar la hemorragia imparable del imperio. Fue el restaurador de la monarquía en el rey Alfonso XII, un ilustre inútil al que han seguido otros más. Cánovas del Castillo tuvo el final trágico que fue mereciendo a lo largo de su trayectoria vital, tal como acontece a los que hacen de su existencia una aventura de alto riesgo. No logró humillar a los vascos a pesar de suprimir los Fueros.