Víctor Abarzuza Fontellas

Cuanta mierda trae el Arga

‘Odio el blus, pero siempre vuelvo a él’ Los de la generación de Bud Abad y otros conocemos la famosa ‘Jota Blues’ de este legendario grupo que decía, sí, que hasta las golondrinas lo trinaban: ¡Cuanta mierda trae el Arga. ¡¡Y dice Vd. que el Ayuntamiento lleva un trimestre limpiándolo y que ha recogido 90 toneladas de ramas, troncos y basuras!! Pues, los resultados no les han lucido mucho, porque llevo haciendo footing y paseando la mitad de mi vida y desgraciadamente lo sigo viendo igual de sucio.

Quiero no obstante felicitar por primera vez en público a UPN por esta iniciativa. De ser cierta. Por dos motivos, porque el Arga necesita un servicio de limpieza permanente, mancomunado con todos los ayuntamientos que a lo largo de su recorrido son responsables de la suciedad. Y por supuesto, remunerado, lo que supone más empleo; y no aquella peregrina idea de Barcina de que fueran voluntarios quienes hicieran el trabajo. Y segundo, porque recuperar el Arga es una manera de contribuir a no contaminar, menos peces muertos por ingestión de plásticos, reciclaje de materiales, ahorro en combustibles fósiles a la larga, etc. etc. Futuro para la gente y también para nosotros. Y cuanto más sostenible sea mejor. Muchas veces me pregunto que tipo de adelanto supone un simple soplador motorizado de hojas de los que usan los barrenderos frente al rastrillo: gasta gasolina, hace un ruido infernal, produce vibraciones en la espalda y un nivel de decibelios perjudiciales para la salud, ahuyenta y asusta a los animales, molesta a los viandantes… Es un aparato de una huella o impacto ecológico que creo no compensa en relación a lo que sirve. Sin embargo, el rastrillo: es sano si se sabe usar bien, crea puestos de trabajo, no contamina… Es por ello que unas barcas motorizadas de recogida de basura no serían buenas para el medio ambiente.

Es una desgracia que los niños y niñas de esta generación conozcan un mundo con un paisaje siempre contaminado y sucio como el Río Arga. Vivimos en el Antropoceno, en la era en la que el ser humano ha sido por primera vez capaz en cientos de millones de años de variar las condiciones ecológicas de un planeta de 5.977 trillones de toneladas de peso. 7.000 millones de personas tirando de la misma soga, al final, no solo serían capaces de arrastrar a un elefante, sino que el elefante no sería nada, menos que una simple hormiga.

Demasiado plástico, latas, telas, cestas y ¡osos de peluche! tirados por el viejo Runa. Ojala un día podamos cambiar la letra de la Jota Blues y cantar: cuanto brillo trae el Arga.

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