Democracias
Pensar que las cosas viejas rejuvenecen e incluso que con el tiempo va acumulando experiencia, es el absurdo en que vive la democracia actual en todo sitio y lugar. Los poderes del Estado, por muy separados que se encuentren, la distancia es abismal respecto a la ciudadanía en su conjunto. Las personas se sienten solas y desamparadas, ante una situación social, económica y cultural, que aplasta a los más desprotegidos. En estos momentos en los medios de comunicación se pueden contemplar a dos instituciones, que su ritual y con los códigos que utilizan, son de una obsolescencia ridícula y que son incapaces de solventar las auténticas encrucijadas actuales, y no la de hace doscientos años. El Parlamento del Reino Unido, esconde que el Brexit, se ha convertido en una guerra, que el continente capitaneado por Alemania, está llevando a término. Si los ciudadanos supieran que las guerras actuales se libran por medio de los grandes conglomerados financieros, como antaño se libraban en pleno mercantilismo por las Compañías y Monopolios, de los diferentes estados europeos, en países terceros de otros continentes, con toda la explotación que supuso para las poblaciones que les vino encima todo un desastre para ellos, sin pedirles permiso. Eso que tanto defiende la marquesa adalid del PP, sobre la Ilustración y la razón, ahora se libra dentro de la Comunidad Europea, y se lee día sí y día también, que no se entiende nada, porque no se quiere entender, por desgracia lo que sucede es más de lo mismo. El Tribunal Supremo, que equivale a enorme, no es conveniente dado el nivel de libertad inexistente en que nos encontramos, puntualizar con más exactitud. Todo el ejército de testimonios, que van apareciendo o desapareciendo en las imágenes según su oficio, con unas contestaciones, y argumentos auténticamente estrambóticos, que gente uniformada cargada de armaduras, cascos y todo tipo de utensilios para matar a seres indefensos, resulta que ellos fueron las víctimas, y los votantes los guerreros samurai. En el banquillo están sentados unos políticos, que lo único que hicieron fueron simulacros para entretener al personal, pero de siempre es conocido que el estado español, no tiene sentido del humor, porque para ello requiere inteligencia, ya que lo único que posee es fuerza bruta hacia los débiles, o a los que no están dispuestos a ejercerla. La obsesión enfermiza, de un Tribunal para machacar a una población, que de forma pacífica está reclamando cambios estructurales, de un funcionamiento político que ya no sirve para nada, ni tan siquiera para el planeta tierra, agarrados en esta negrura insoportable para la vida de la especie humana, anclados en las leyes, que también la Inquisición, disponían de las mismas, además con más garantía, porque las abalaba Dios, y no cualquier mindundi, que con una mayoría parlamentaria, se fabrica una Constitución, a gusto de unas cuantas familias. Efectivamente, ahora la democracia tal como funciona, es un lastre insufrible e injusto.