Txema García, periodista y escritor

Descerebrados

El mundo sigue cambiando. Tanto y tan rápido, que apenas nos enteramos. Ahora, la calle, son las redes sociales. La pancarta, un hashtag. Y el mensaje, un titular o doscientos ochenta caracteres que entran como una lluvia de obuses en nuestros acribillados cerebros digitales. La lucha ideológica ya no se da en un ateneo ni en una asociación de vecinos de barrio. Y mientras la izquierda se pierde en escaramuzas dispersas todo el rato; la derecha va al grano globalizado, apelando a que la gente se genuflexione ante sus instintos más bajos: la xenofobia y el racismo, la mentira engalanada en celofán barato, y en ese mantra que practican a diario para que los débiles se olviden de que existe un sistema injusto que hay que cambiar de arriba abajo. Mientras la izquierda se concentra en un ideal; la derecha va a lo práctico. Mientras la izquierda se divide en universos infinitos; la derecha se une alrededor del mismo plato. Mientras la izquierda apela a la razón; la derecha ultra y la ultraderecha, tanto monta, monta tanto, utilizan fakes al por mayor, la banderita rojigualda, las barras de estrellas o cualquier otro trapo. Mientras la izquierda se moviliza cada vez menos en las calles de los barrios; la derecha ocupa los platos de todas las televisiones y controla los principales medios digitales, la prensa y las radios. Mientras la izquierda, a veces, aprueba pequeños avances de carácter progresista; la derecha se los carga vía sentencias del Supremo, del Constitucional... y vuelve a cambiar el paso. Pero, no nos confundamos, es cierto que la izquierda hace cosas mal, pero con todo eso y más, una pregunta sencilla: ¿qué demonios pasa con tanto explotado y marginado para que voten a todos esos descerebrados como Milei, Abascal, Feijóo, Orbán, Putin, Le Pen, Trump, Meloni, Netanyahu, Bolsonaro...? Es como para pensarlo...

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