Gerardo Hernández Zorroza

Edad, firmeza y flexibilidad

Todos cometemos fallos, y con los años más, haciéndonos por ello menos transigentes a los cambios que, de forma vertiginosa, como a empujones, se proponen. Porque, además –si no somos psicópatas, claro–, todos sentimos una querencia a corregir errores cometidos que, a pesar de todo, en el mejor de los casos y sin empujones, tendemos frecuentemente a repetir.
Individual y socialmente, tenemos una confusión considerable, no solo debido al vértigo periférico, que no da espacio a la reflexión, sino por una especie de vértigo central, de desconocimiento interno.

Para enfrentarnos a la vida conviene analizar y tener lo más claro posible lo que nos mueve y nos anima a explorar nuestro entorno e intervenir. Es ésta una faceta fundamental de la educación, previa incluso a las materias académicas, y la denominamos: autoconocimiento. Empieza en casa, sigue en el colegio y continúa durante toda la vida. Requiere de nosotros carácter y firmeza, pues no nos vale cualquier cosa, ni tampoco hacer las cosas a medias.

Trabajemos, por tanto, para hayar ese «desde dónde» en el que permancer firmes, y ser flexibles luego en el «cómo» (desarrollamos nuestra función), un «como» que puede ser tan amplio como capaces seamos de imaginar.

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