Gontzal Fontaneda | Gasteiz

El chupinazo de la autodeterminación

Euskadi tuvo en 1895 la primera organización nacionalista. Celebra desde 1932 el Aberri Eguna. Sufrió desde 1936 la intolerancia del Estado español. Sufre desde 1979 la falta de respeto del Reino de España, incluso hacia la autonomía, aún hoy quedan competencias sin transferir. Ha gozado desde 2013 de campañas bianuales de concienciación y movilización por el derecho a decidir, soñando con que un día suene el chupinazo de la autodeterminación.

Sin embargo, cuando en 2017 lanzaron por fin el chupinazo en Cataluña, Euskadi, con las organizaciones nacionalistas, días de la Patria, sufrimientos y goces, miró hacia otro lado. Seguía soñando.

Hay quien lo justifica diciendo que ésa no habría sido la solución, que Euskadi no estaba preparada para soportar la agresión constitucional si hubiera promovido una consulta como la catalana.

Esa afirmación puede ser acertada o no, pero el chupinazo abría también otra vía, el referéndum legal: presentar Euskadi una solicitud al Gobierno de España para que convoque una consulta en la que toda la ciudadanía de España vote que «la Comunidad Autónoma del País Vasco se constituya en estado independiente» (Navarra incluida o no, como lo decida Navarra) o que «la Comunidad Autónoma del País Vasco continúe perteneciendo al Reino de España».

La petición la presentaría el Gobierno de Euskadi por mandato del Parlamento Vasco o, en su defecto, de la iniciativa legislativa popular. ¿Que es difícil conseguir de los gobiernos la consulta? ¿Cuándo ha sido fácil la libertad?

El proceso en sí de la consulta sería una actuación pacífica en favor de la autodeterminación, y el resultado en Euskadi daría la medida real e indiscutible de la voluntad actual de la ciudadanía vasca respecto a la independencia.

El resultado en las demás nacionalidades y regiones de España ofrecería la medida real e indiscutible de la correlación actual de fuerzas en el Reino de España.

Si no, seguid durmiendo y soñando.

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