¡El hombre es un ser muy curioso, es la sombra alargada de su propia Cruz!
¡Busca a Dios, fuera de sí mismo! Se esfuerza en oir su voz donde no se encuentra.
Asiste a salones y meditaciones que son propias del mundo. ¡Cuando Él no es de este mundo!
¡No cura sus viejas heridas! Haciéndolas más profundas Y ya jamás se cerrarán.
Y mendiga el amor que le hace más vulnerable en las estancias y los escaparates del submundo.
Entre todos estos seres se encuentran muchos que un día oyeron la voz de Jesús.
Y a pesar de esto y por una mala experiencia no tuvieron el valor de abandonarse en las manos del sanador Jesús.
Hay muchos hombres que sintieron la mirada de Jesús y lucharon por unos dias.
Mas tarde quedaron unos cientos que lucharon muchos dias y quedaron exhaustos.
Y finalmente unos pocos lucharon todos los dias y tuvieron el valor para negarse a si mismos y tomar su Cruz.
Éstos son los imprescindibles.