Jorge Garay Zabala

El peligro de la central nuclear de Zaporiyia

Si se produjese un sobrecalemtamiento de los reactores de la central nuclear de Zaporiyia (Ucrania) tomada por el ejército ruso, de seis reactores de 950 MW de potencia cada uno, se producirían explosiones (no atómicas, con la formación del clásico hongo nuclear), sino del hidrógeno acumulado en los reactores, la radiación saldría al exterior y quedaría un gran territorio contaminado de residuos radiactivos e inhabitable durante milenios. Las explosiones de bombas atómicas matan, pero no dejan el territorio inhabitable, pues los isótopos radiactivos expelidos por la explosión son muy escasos, comparados con los que se producen en un reactor nuclear. Lo que mata de las explosiones nucleares es la onda térmica más que la radiactividad. En el mundo se han realizado entre 2.339 y 2.085 explosiones de bombas nucleares de prueba. El número varía, pues las de la URSS oscilan entre 715 y 969. Y ahora se puede vivir en esos lugares, en cambio, en Chernóbil, no. En 1961, en pleno auge de la carrera armamentística, la bomba «Zar», considerada como la madre de todas las bombas, nuclear de hidrógeno, despidió en su explosión de prueba la abrumadora energía de 50.000 kilotones, o 50 megatones. Fue explotada en el archipiélago ártico de Novaya Zemlya, y destruyó todas las edificaciones en un radio de 55 kilómetros, pero ahora aquello no es inhabitable.

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