Junto a la afamada alfombra roja que preside el Festival de Cine de San Sebastián, el cartel promocional de Filmin alzaba una frase para todos los amantes del séptimo arte: «Existimos porque el cine nos cambió la vida». Y, a pesar de las controversias publicitarias que superan a la ficción, del abandono en las salas de cine, de los desacuerdos en las narrativas actuales, del menosprecio a la representación y la alarmadamente tardía concientización sobre el male gaze, incluso pese a la discriminación, el resentimiento, la apropiación, el sexismo y todos aquellos males que se desenvuelven con plenitud en el modelo de cine contemporáneo, la imposición de una gran pantalla y la sensación de una butaca nos recuerda siempre algo innegable. Estamos aquí para ver cine innovador y crítico que, con un poco de suerte, le dé sentido a lo que hasta ahora no lo tenía.