Enric Vivanco Fontquerni

El señuelo deportivo

Es de sobra conocido que el amor, no es lo contrario del odio, es su sublimación. Por esto jamás he participado como potencial seguidor del FCB, de sentir un rechazo extremo hacia ningún equipo contrario. Siempre la indiferencia me invade sin el menor esfuerzo. La coherencia debería ser el objetivo de vida innegociable. Desde el Principat, somos los maestros consumados para festejar las derrotas. Este proceder nos lleva a una indolencia cuya culminación es el ridículo más espantoso, y empequeñece tal proceder. También todas las competiciones deportivas que ofrece el Estado, las intentaría eludir, y si fuese preciso las jugaría en Egipto, o en cualquier lugar, ya que las colonias deben de saber que en realidad competir con las cartas del colonizador, es participar en el circo romano de los gladiadores. Por esto las crónicas de un diario, que quiere trasformar la realidad política, y social, los comentarios y la mirada en que se fija de una final de nombre monárquico, y con anterioridad el de una dictadura, es seguir la senda del colonizador. Perder una competición trucada, ya que los sorteos de todo tipo que se realizan durante el trayecto están perfectamente diseñadas para poder llegar a una final para que los diversos intereses coincidan. Alcanzar un objetivo, si se desea, es no dejar ningún escalón para disputar. La voluntad para trasformar y lograr una vida decente, es imprescindible no dejar ningún resquicio a los opresores. Mover una masa social hacia un lugar que es el epicentro de una ideología de conquista y de aniquilación cultural, idiomática, e histórica, es participar y disfrutar de la derrota actual, en la que estamos desde la vertiente política, social y cultural, con un futuro de miseria para todo tipo de libertades. ¿Qué valor tiene conseguir el señuelo que el opresor te ofrece?

Atentamente.

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