Javier Orcajada del Castillo

El tractor de Aitor y el grano de Mariano

Con este «ocurrente» pareado entre Rajoy y Esteban en la ceremonia de investidura como presidente, y como si se tratara de una fiesta floral entre poetas, a pesar de la banalización a la que el PP ha sometido al PNV, se ha recuperado el espíritu de pactos abandonado hace cinco año gracias a su mayoría absoluta, considerando a los jeltzales un partido separatista insignificante que había que marginar para domar sus impertinencias. Cuesta entender ahora que el Gobierno Vasco acepte negociar con el Central después de las reiteradas humillaciones y desprecios de que ha sido objeto, suponiendo para la ciudadanía vasca un trato indignante. Madrid ha perdido su mayoría absoluta y necesita votos y por eso se acerca con argucias y promesas suplicando votos, sin atreverse Gasteiz a exigir disculpas por el trato indigno al que han sometido a las instituciones vascas. Es aceptar otorgarlos a cambio de un plato de lentejas. Así es como se pierde la dignidad: negociando y mercadeando como si se tratara de verduleras.

Ahora sí están dispuestos a retirar los recursos presentados ante el Supremo, cuando se han pasado cuatro años impugnando leyes legítimamente aprobada por el Parlamento Vasco. El PNV acepta sin rechistar la prepotencia de la que hace gala el franquismo reconvertido cuando eran suficientes sus votos para tumbar cualquier proyecto que no les gustase. Cómo se puede admitir que haya pendientes de transferir aun 36 competencias amparadas por el Estatuto de Gernika. Cómo no se aprovecha la oportunidad para exigir que se nos reconozca como nación y se permita a celebrar un referéndum identitario. Cómo no se condicionan los votos a la solución del problema de los presos vascos, rehenes para mantener la presión después del cese de la violencia. Ahora darán luz verde a la Y Vasca, nos devolverán los 1.600 millones pagados en exceso por el cupo. Nos venderán el cuento de que estudiarán transferir la gestión de los recursos de la Seguridad Social, y quizá la patata caliente de las prisiones. Pero las fuerzas policiales y militares seguirán aquí sin moverse, a pesar de que el Estatuto Vasco exige la salida. No es de fiar el PP. Parece que el PNV ha perdido la memoria y quien la pierde, está condenado a repetir errores.

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