Enric Vivanco Fontquerni

Elecciones

El resultado de las últimas elecciones al Parlament en Catalunya tiene la virtud que los inmovilistas no pueden conformar gobierno. Hay dos visiones; la que propugna restituir lo neutralizado por la ley, y la otra envestir al que se le despojó de su cargo. Si se ha llegado hasta aquí es por el convencimiento de una parte importante del electorado que la institución era meramente teórica. La capacidad legislativa estaba a la merced del gobierno central de turno, las finanzas en los mejores años sus frutos fueron de sequía permanente para cubrir las necesidades del Principat. La Generalitat tenía una virtud, era una fuente de ingresos directos como para sus afluentes, por esto los que más reclaman volver a la normalidad son, los socialistas, y sus satélites podemitas. Sería muy esclarecedor saber cuántos socialistas y podemitas viven de los sueldos públicos ligados de manera directa u orbital a la institución, su resultado podría descubrir su interés particular. Hay otra paradoja, el 155 fue la barita mágica que de golpe Catalunya recobró su ímpetu y sosiego a golpe de tango. Si esta ley milagrosa es tan extraordinaria, ¿por qué hay reticencias para que no quede clavada en la Plaça Sant Jaume, por los siglos de los siglos? Si se leyese, se sabría de primera mano que Xirinacs, un humano de una integridad sin límites, demostró en su día que el Psuc, nunca estuvo por la labor de la emancipación nacional, ni por ningún cambio estructural, ahora sus sucesores y representantes, son Podemos, y sus sucursales. Hay un diputado en Madrid que formó parte del Psuc, que parece ir por idéntica deriva. Rescatar la institución es la sumisión sin remisión y el abandono hacia la liberación nacional. Este diputado también tuvo la ocurrencia de quejarse de que la bandera se la habían apropiado los inmovilistas. Los símbolos no tienen propietarios, son representaciones de un proyecto, así de simple. Este diputado de largo trayecto debería dar el ejemplo y empezar a sacrificarse el mismo.

Atentamente,

Enric Vivanco Fontquerni

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