Ainhoa Otermin Bermúdez

Ertzainas «echando risas»

Esta tarde cuando he llegado de trabajar a casa, me he encontrado con mi padre en el aparcamiento. Vivimos en Andoain y al lado de nuestra casa hay un aparcamiento donde suelen descansar o eso creo, a lo mejor están de vigilancia, patrullas de la ertzaintza. Mi padre tiene 70 años, nunca ha cometido ningún delito más allá de saltarse algún límite de velocidad, y accidentes juraría que tampoco ha tenido, al menos por su culpa. Pues hoy, después de traer a mi madre de rehabilitación, aparcando el coche le ha dado un pequeño golpe a otro que estaba aparcado, y digo pequeño porque el dueño del otro coche ni siquiera ha querido dar parte al seguro. A los ertzainas que estaban «descansando» les ha debido parecer que el golpe no era tan pequeño y han avisado a una segunda patrulla y a la furgoneta de atestados.

Hasta aquí yo lo calificaría de exceso de celo, 6 ertzainas para un golpe durante un aparcamiento me parece un poco excesivo, pero si lo marca la ley… la verdad es que no tengo ni idea de lo que marca la ley, solo sé que eso es lo que le han dicho a mi padre. Bastante es, verte rodeado por seis ertzainas, tener que aguantar que todo el vencindario piense a saber qué y el apuro de tener que demostrar que no eres un delincuente ni un borracho. Pero encima mi padre ha tenido que aguantar cómo se reían de él. Mi padre no oye bien y no se ha enterado de cómo la agente que le ha hecho la prueba hacía chistes sobre su supuesta borrachera, «cuando ha subido a la furgoneta pensaba que iba a dar 0,40 o 0,50» y todos riéndose claro. Se me ha olvidado decir que ha dado 0,0. Se supone están para protegernos y ayudarnos no para reírse ni humillar a las personas mayores. ¡Qué vergüenza!

Bilatu