Oskar Fernandez Garcia

¿Es el Athletic Club una institución sexista?

La decisión de no sacar la gabarra para realizar un recorrido fluvial y triunfal a lo largo de la ría de Bilbao, tal y como se merece el equipo femenino, tras alcanzar su quinto triunfo en la liga, conduce inexorablemente a una respuesta afirmativa.

Es obvio que si dicho triunfo se hubiese decantado por el equipo masculino, éste habría surcado las aguas de la ría en gabarra o en cualquier otro medio marítimo. Por lo tanto, la discriminación realizada por el club es a todas luces inadmisible, máxime en un contexto sociológico, donde la mitad de la población, por el mero hecho de ser mujer, sufre una evidente, clara, meridiana e insoportable discriminación por una sociedad patriarcal, machista, capitalista, intolerante e intransigente; aferrada a costumbres y hábitos ancestrales, más propios del medievo y épocas pretéritas que de una sociedad en los albores del S. XXI.

Es incomprensible que una serie de personas, se supone que de la directiva del mencionado club, seguramente todas ellas hombres o en su inmensa mayoría, hayan tomado una decisión tan absolutamente injusta, vejatoria, discriminatoria y sexista.

Siendo el Athletic un club nada ajeno a los poderes e instituciones públicas, desde las locales hasta las forales pasando por las autonómicas, resulta extraño que ninguna de ellas comprometidas, al menos, en sus principios y proclamas, por una discriminación positiva en favor de la mujer, no haya ejercido una presión sobre la directiva del mencionado club para evitar semejante atropello y menoscabo de la figura de la mujer como deportista de élite.

También resulta bastante chocante, en una sociedad, a priori, aconfesional y laica, que un club deportivo decida –dentro de una serie de actos de homenaje y reconocimiento a la labor de las jugadoras y del conjunto del equipo– realizar una ofrenda floral a la patrona de Bilbao, la Virgen de Begoña. Una creencia religiosa que pertenece exclusivamente a la esfera personal, que nada, en absoluto, tiene que ver con el deporte, ni con los logros obtenidos, los esfuerzos, las ilusiones y las alegrías que éste genera.

Ese afán y denuedo secular, de los poderes públicos o no, por unir y fusionar la vida civil y religiosa en una interminable y aborrecible cadena de actos de exaltación y fervor religioso, hoy en día, resulta insoportable y debiera de estar absolutamente superado.

Y tal vez, en este caso, lo más relevante e importante, sea averiguar si la susodicha institución deportiva se ha puesto en contacto con las protagonistas, el equipo técnico y todas las personas implicadas en la consecución del quinto título, para recabar su opinión, sus ideas, sugerencias y deseos de cuándo y cómo realizar ese reconocimiento a su trabajo, esfuerzo y entrega, de manera pública y lúdica.

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