Iñaki Bernaola Lejarza

¿Es pecado votar a Le Pen?

Algo así debe de pensar toda una sarta de mojigatos pequeñoburgueses cuando anteponen moralmente a otro candidato que, a fin de cuentas, no es sino un producto de laboratorio acuñado en el laboratorio del gran capital.

No es la primera vez que alguien intenta «demonizar» moralmente una propuesta política: el filonazi Pacelli, alias Pio XII, amenazó con la excomunión a quienes apoyaran al comunismo. El estegosaurio Rouco Varela hizo algo parecido con respecto al independentismo vasco y al catalán.

Bien es verdad que algunas de las propuestas de Le Pen, como negar el derecho a la educación a niños migrantes, la hacen merecedora del fuego del infierno. ¿Pero no fue Jesucristo quien dijo que el que esté libre de pecado tire la primera piedra?

¿No fue también Jesucristo quien se lió a latigazos en el templo de Jerusalen no contra los medigos y necesitados, sino contra los mercaderes? ¿No fue también él, perdón, Él, quien manifestó apreciar más a las rameras que a los hipócritas escribas y fariseos?

Acaso Le Pen se aprovecha de la ira y del descontento de mucha gente en su propio beneficio, pero ¿Quién ha generado una crisis que ha sumido en la pobreza a miles de franceses? ¿Quién ha trastocado la paz del mundo obligando a millones de personas a huir a donde puedan?

El que esté libre de pecado que arroje la primera piedra. Sin embargo, el desastroso Hollande, el mentiroso Fillon, el prepotente Sarkozy, o el traidor Valls siguen arrojando piedra tras piedra a pesar de tener el alma más negra que los cojones de un grillo.

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