Kontxi Lejardi

Falta de solidaridad

Soy profesora de Matemáticas en un instituto del País Vasco. Tengo 60 años. Les escribo porque estoy angustiada. Desde Inspección de Educación nos han confirmado que los ratios de alumnos se mantienen: 25 en Secundaria, 30 en Bachiller.

Yo trabajo en un instituto en el que solamente damos clases de Bachiller.

Vivo con el corazón en un puño pensando que en septiembre estaremos 30 jóvenes (los grandes contagiadores asintomáticos) y yo (una «vieja» vulnerable) en un aula muy pequeña en la que normalmente los alumnos se sientan de dos en dos o de tres en tres porque si no, no cabemos.

El jueves pasado tuvimos claustro y una profesora (que tiene 58 años) y yo le dijimos al director que nos daría mucha tranquilidad que nos pusieran una mampara de metacrilato en la mesa por seguridad.

El director del centro nos dijo que le parecía una buena idea a la que en Dirección ya le estaban dando vueltas desde hacía algunos días. Pero, en una de estas, una profesora muy joven que acaba de llegar al instituto dijo, molesta, que a ella no le parecía necesario. Que tal vez fuera porque es joven, pero que ella no le tenía ningún miedo al coronavirus. Para nuestra sorpresa y disgusto, enseguida se levantó otro profesor (también muy joven) que dijo que tampoco le parecía bien porque a él le gusta dar las clases sentado en la mesa.

Los profesores «viejos» del instituto, antes del claustro del jueves, estábamos asustados únicamente por el coronavirus. Ahora, lo estamos doblemente: por el coronavirus y por la falta de solidaridad.

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