Oskar Fernandez Garcia

Ferguson, Bilbao: paralelismos concomitantes

Ferguson, Bilbao: paralelismos concomitantesLa muerte del joven afroamericano Michael Brown bajo el impacto de seis balas – según revelan las autopsias realizadas al cadáver. Dos de ellas penetraron directamente en su cabeza, y la primera fue disparada desde el coche, donde se hallaba el agente Darren Wilson, autor material de todos los disparos –cuando desarmado permanecía con los brazos en alto en una calle de Ferguson, según revela el testimonio de varios testigos directos del terrible y brutal suceso, acaecido en agosto del 2014.

Parece tener, al menos a priori, una serie de paralelismos semejantes con los hechos ocurridos un día aciago y espeluznante de comienzos de abril del año 2012. En aquella fatídica tarde Iñigo Cabacas, otro joven, en este caso al otro lado del Atlántico, caía, desoladamente abatido por el impacto de un proyectil de goma –cuyo uso la Comisión Europea había vetado– entrando en estado de coma y falleciendo a las 72 horas.

En ambos casos la desolación absoluta, un vacío insondable y la incredulidad de los hechos se apoderó de ambas familias, amigos, conocidos y una gran parte de la comunidad, ante la irreparable perdida de lo más querido que pueden tener unos padres: sus vástagos. Y el inmenso dolor de las familias se veía cruelmente incrementado y lacerado por la manera, formas y circunstancias en las que fueron arrebatados de la vida por aquellos funcionarios que debían protegerlos, cuidarlos y preservarlos de la mayor de las calamidades que puede afectar al ser humano: la muerte. Pues, no.

Fueron ellos precisamente los que se la arrebataron en sendos actos de desproporcionalidad absoluta e inusitada paranoia y, según parece, a todas luces de impunidad indignante, al menos, en el lado occidental del océano. En el oriental, da la sensación de que existe una estrategia sibilina, obscurantista e incomprensible en la resolución clara, nítida y diáfana del caso desgarrador y desolador del joven Iñigo Cabacas,

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