Jon Ander Olalde | Periodista

Hacia un Aberri Eguna unitario y masivo

Ha llegado, vuelve a ser 11 de septiembre y en el calendario de las casas catalanas este día está marcado en rojo. Jóvenes y mayores, mujeres y hombres, desde la CUP hasta los convergentes. Juntos, pero no revueltos.

Tras los diferentes actos de la mañana, todos los catalanes que abogan por una Catalunya libre toman la Diagonal en pro de ese derecho tan preciado. Esteladas azules, esteladas rojas, lazos amarillos y un único y unánime grito: Llibertat!

A cientos de kilómetros de esa abarrotada calle me encuentro yo escribiendo este texto. En un país que clama libertad, pero a destiempo y sin coordinación que convierte esos gritos en susurros llevados por el viento. En un año que podría ser histórico con la redacción de un nuevo estatuto acordado y consensuado (con sus pros y sus contras) por los representantes de la mayoría social vasca, la situación difiere mucho del clamor popular que se vive estos últimos tiempos en Catalunya.

Seguimos en un «quiero y no puedo». Los recelos históricos y el egocentrismo político han relegado a la base social, al pueblo, a un segundo plano. Mientras que en Catalunya han hecho de tripas corazón y han decidido compartir trinchera frente a las embestidas antidemocráticas del Estado español, aquí el ombligo sigue siendo más suculento de mirar que el futuro del país.

Ante la dejadez de muchos de los representantes políticos (de todo tipo y condición), la base social vasca ha de organizarse y articularse para emprender el largo camino hacia nuestra propia Libertad sin dejar de lado nuestras convicciones. Unidos y trabajando en lo que nos une: La construcción nacional de Euskal Herria. Nuesto Día Nacional, el aún lejano Aberri Eguna, puede ser un buen comienzo para inmortalizar este deseo.

No podemos comparar nuestra situación a ningún otro proceso de liberación, ni tan siquiera con el catalán, pese a que nuestros lazos amarillos sean mapas con flechas y el Estado que nos niega la libertad sea el mismo. La historia siempre ha demostrado esa especie de singularidad vasca con sus tiempos propios, que hace de este pueblo algo único y que debe ser conservado y cuidado. Y que mejor manera de cuidarlo que empezar ese camino unitario trabajando por lo que nos une sin olvidarnos de lo que nos separa.

Porque el 11 de setiembre también recordamos a Salvador Allende, símbolo de la libertad chilena y asesinado por el fascismo, no podría terminar este artículo sin parafrasear al eterno presidente: «La historia es nuestra y la hacen los pueblos».

Tenemos por delante un país que ganar: ¡todos y todas las abertzales a trabajar!

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