Olga Santisteban Otegui

Hind Rajab

Así se llamaba la niña palestina de apenas 6 años, que llamó y suplicó, durante unas angustiosas horas, ayuda para ella y su familia, «atrapados» por los tanques israelíes cuando huían de las bombas de Gaza. Las llamadas de auxilio de la pequeña, herida a su vez, para ser auxiliada por los servicios sanitarios de la Media Luna Roja (que no pudo llegar a tiempo para socorrerla y que sucumbieron a su vez bajo el fuego israelí). Se suponía,que ese rescate estaba «pactado» y coordinado, pero no fue así. Su nombre se ha «convertido» en un símbolo de libertad y, quiero pensar, de dignidad, para «rebautizar» con su nombre, a un emblemático edificio de una de las tantas universidades estadunidenses que, en estos días, reivindican al pueblo palestino en su ya más que desesperada lucha por sobrevivir como pueblo ante lo que ya es un más que presunto genocidio. Las reivindicaciones de los estudiantes de estos campus estadunidenses han «corrido» diferentes suertes, pero en su mayoría, con cargas policiales y detenciones, en la que se dice la primera democracia del mundo. Quizás haya que entender la particular «idiosincrasia» de estas universidades, subvencionadas en gran parte con capital de unas elitistas y poderosas clases sociales y la presión con la que influyen en sus «presidencias» o rectorados, al parecer «temerosos» de perder esas influencias. Estas reivindicaciones han sido respaldadas a su vez por estudiantes de distintas universidades europeas, en su mayoría con respuestas similares a las del otro lado de «charco». Ojalá el nombre de Hind Rajab, una niña que suplico durante horas un auxilio que no llegó, sirva para despertar y remover conciencias a quien corresponda. No todo es terrorismo, son más de 14.000 niños y niñas, como Hind, asesinados en Gaza.

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