Txus Pérez Artuch

Invitación al invierno

Lector o lectora: a continuación no va a leer un sermón ni una charlatanería para entrar a formar parte de una nueva congregación ni secta ni nada que pueda alcanzar su imaginación semejante a ello. Pero es cierto que usted también está implicado. Si le apetece siga leyendo. Si no, a otra cosa. Tal cual.

Respire, sienta, huela, palpe, observe. El almanaque señala fechas de sensaciones especiales. Los ciclos de luz solar y de oscuridad se encuentran en uno de sus extremos y declinan el reloj a favor de la penumbra. De aquí en adelante en los meses de mayor frío invernal la tierra descansa, enraíza de nuevo, arañando, de a pocos, pestañas de luz apenas apreciables para despertar de nuevo a la vida en el próximo equinoccio.

Invitación a la calma, al reposo, luz tenue, a contactar con cada uno/a misma y valorar/evaluar el momento en el que me encuentro. Sin ruidos, móvil-tablet-radio-TV-ordenador-cualquier posible interrupción para los próximos ¿tres, cinco minutos? que he buscado para mí… todo eso off/apagado.

Propuesta de entrada al invierno. Frenar y echar la vista tripas adentro. Quizá se cuestione ¿Y quién es capaz de parar, precisamente, el ritmo imperial y la vorágine de estos días? Cierto. Cual salmón río arriba. Opción e intención de cada persona.

Desde que la creencia de la Iglesia católica se instauró en Occidente, borró la conexión con la naturaleza y poniendo el mantel en una copiosa mesa, nos apuntamos a la rueda de estar de «cumpleaños» por aquel mocete que llamaron Ieshu, Yeshúa, Gesù o Jesús. Y supone que la VISA nos quema, hay luces (im)prescindibles en las calles, salen temas pésimos en las cenas del curro, comida-bebida sin medida, filas interminables de coches a las entradas de las hipnóticas galerías comerciales, reuniones familiares porque sí, en dos semanas dejo de fumar y me apunto al gym, próximas vacaciones Malasia-New York y el 6 de enero auto regalo del DVD con el inédito Boca-River en los seguros Madriles que regalará algún diario deportivo. Con frases del tipo: «es lo que hay» o «es lo que toca», las primeras líneas se antojan complicadas y pueden parecer una verborrea cómica.

Les dejo un secreto confesable: Hace dos nochebuenas, probé y cené un huevo frito. ¡A gusto! Y puede que no fuera el único.

Hor konpon.

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