Javier Orcajada del Castillo | Bilbo

José María Aguirre Gonzalo, profeta

Quien fuera presidente del Banesto y Guipuzcoano y amigo de Franco, ya en la década de los sesenta pronosticaba que el futuro no estaría en Europa, ni en los EE UU o en Asia. Su agudeza le llevó a profetizar que eran los países árabes los que condicionarían el mundo en el siglo XXI. Y no tenía muchos indicios que lo aseguraran, pues realmente la explotación del petróleo era todavía incipiente, los regímenes estaban en manos de sátrapas y sus pueblos sufrían un retraso de siglos. Pero explicaba que la civilización árabe antaño fue de las más evolucionadas, pues desarrollaron las matemáticas, la agricultura, la hidrología y las artes.

Ahora todos los expertos rinden pleitesía a Aguirre Gonzalo, pues al margen de que los países árabes siguen siendo gobernados por férreas dictaduras y mantengan niveles de vida  degradantes a sus poblaciones, han sabido invertir las fabulosas rentas del petróleo y una gran mayoría de empresas multinacionales cuyos nombres han dado prestigio a sus países originales occidentales respectivos, están participadas por fondos de inversión saudíes,  de Emiratos del Golfo o iraníes. Son los que provocan «llave en mano» las crisis en la economía mundial regulando el flujo del petróleo o realizando movimientos masivos de fondos para para provocar crisis en países europeos o americanos hostiles. Son los principales clientes de los productores de armamento, participan en grandes bancos,  cadenas de supermercados han sido salvadas de la quiebra gracias a las participaciones  árabes.

No es extraño que Oriente Medio se haya convertido en el polvorín mundial en el que EE UU tiene asignado a Israel el papel de portaviones permanente con el objetivo de mantener la Pax Americana. También España ha enviado tropas para dar lecciones de democracia a los árabes.

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