Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

La banalidad del voto

En la vida como en la política para conseguir los avances sustanciales, nunca han venido por medio de pactos a espaldas de la opinión mayoritaria, ni de los votos a priori. La muerte del Dictador, fue todo un ejemplo de pastelear una Ley marco, inservible en su momento, como ahora. La política internacional siempre ha condicionado la política doméstica, lo que sucede en la actualidad no es ninguna novedad, el cambio sustancial es que no hay ni decoro, ni vergüenza. Los que manejan las políticas son las grandes empresas trasnacionales, que tienen a sueldo a unos políticos empleados. El gran error de las izquierdas, es considerar que la economía conforma el voto de la población. Si se dedicaran a leer a los que no piensan como ellos, descubrirían que los grandes éxitos de las empresas de lujo, y de artefactos inútiles, consiguen sus grandes ventas masivas por medio de las emociones, ya que en el ser humano la razón es una parte mínima de su existencia, para poder evitar ser un monstruo calculador. Cada campaña electoral, bate el récord al considerar al votante un pelele, que no se entera de nada. El futuro jamás se ha construido con el miedo del presente, promocionar políticas de renuncia para evitar males mayores, es lo que está sucediendo por toda Europa, hace varias décadas y observen sus nefastos resultados, que se confirmarán en las próximas elecciones en el Club. Los votos de un cómico en Italia con Berlusconi en su momento, y ahora se revalidan en Ucrania, no es una casualidad, es debido a la renuncia de la decencia política, que está escampada por toda Europa. Los políticos soberanistas, que hacen sus pastorales entre rejas, es de sobra conocido lo poco leídos que son, a pesar de que alguno es universitario, lo que confirma que la Academia, es una losa, más que unas alas. Los proyectos se defienden hasta el final si se creen en ellos, cuando se buscan excusas, sólo hay dos posibilidades. Que lo que se pretende es su beneficio personal. O que se es un inútil sin remisión.

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