Enric Vivanco Fontquerni, Barcelona

La marcha verde

Formamos parte de un Estado débil que no pinta nada en la escena internacional, que es incapaz de enfrentarse desde la política a Marruecos, un país empobrecido, y sin futuro con el modelo actual de desarrollo que implementa. Es un caso insólito que la potencia colonial abandone sus responsabilidades de una forma cobarde y a la vez mezquina. Los contenciosos bélicos que ha tenido lugar, entre ambos Estados, siempre han necesitado el apoyo de los franceses, dada la inoperancia congénita de un ejército inservible que solo es capaz de mirar a su interior que lo alimenta.

La política internacional desplegada de forma histérica durante el Procés, está pasando factura y este es un recibo más que se ha de pagar. No se es consciente del declive económico en el que se está situado. La especulación urbanística, el turismo masivo para pobres que se ha convertido la principal industria, está irremediablemente condenada al fracaso por mucho que desde el Principat, intenten resucitar a un cadáver. Los fondos europeos están ya gastados, la inflación, y el aumento del costo de la energía, es una realidad que no irá en retroceso. Si Argelia, dificulta la llegada del gas, o exige un aumento del precio, ya que es posible que tenga otros compradores, el desastre será de dimensiones gigantescas.

¿Qué diferencia hay en la respuesta que tuvo lugar en la Marcha Verde, y ahora?  Mucho peor en estos momentos. Como siempre sucede cuando gobiernan las izquierdas, son los expertos para limpiar el camino al resto. Esta medida no servirá para nada ya que aceptar el chantaje es convertirse en pelele del chantajista. Estamos en manos de auténticos inútiles, que no son capaces de pensar en una ecuación de segundo grado. Es un gobierno que espera las órdenes de UE, para implementar medidas que empobrecen a la población por horas. Es mejor que trasladen el Gabinete junto con el Jefe del Estado a Bruselas, y así podrán hacer compañía a Puigdemont.    

Atentamente,


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