Javier Orcajada del Castillo, Bilbo

La confianza de la opinión publica española

La Fundación BBVA publica periódicamente un estudio sociológico sobre la confianza de la población que mide las tendencias de las entidades más significativas relacionadas con el comportamiento humano y que los expertos valoran como decisivos para enjuiciar a la sociedad. Los datos publicados vienen en porcentajes. Hay índices que llaman poderosamente la atención, como es la aceptación del 85% de la Policía, el Ejército, con el 76%, los periódicos, con el 67% las grandes empresas, con el 64%, tribunales de justicia, con el 60%, gobiernos autonómicos, con el 53%, Gobierno nacional, con el 45%, sindicatos, el 45%, bancos, el 35% o partidos políticos, el 28%... El juicio inicial que surge es, o bien, que la muestra elegida no es significativa, de lo cual no hay indicios, o, por el contrario, que la ciudadanía española dista mucho de equipararse a la europea respecto a la escala de valor de los elementos de su vida social y personal. El alto nivel de satisfacción que da a la policía no se compadece con el hecho de las 4.000 denuncias de tortura presentadas por Aranzadi de acuerdo con el Protocolo de Estambul. El ejército está entre los que más inspiran confianza. La opinión pública ignora la sublevación derrocando la república?. Además, apoyó a Franco en la dictadura y la Transición, que realmente es una ley de Punto Final que amnistía a los herederos del franquismo e ignora a los perdedores. Sorprende la alta valoración de los tribunales de justicia si se tienen en cuenta las sentencias de los tribunales europeos, además de la actitud rebelde del CGPJ a su renovación. Por el contrario, hay que resaltar la baja estima a los sindicatos a pesar de que pues actúan en defensa de los derechos de los trabajadores frente a la patronal apoyada por las grandes empresas y cuyo nivel de popularidad es sorprendente ente alto a pesar de ser proveedores de productos que explotan en régimen de monopolio con altos beneficios a costa de la necesidad de la población. Conviene que los políticos reflexionen, pues una sociedad que expresa sus preferencias sociales con esta carencia de rigor y superficialidad tiene mucho que corregir, pues no puede asentarse en el autoengaño, tal como lo expresan estos índices contradictorios.

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