Javier Orcajada del Castillo, Bilbo

La democracia no es para mendigos

Edgar es un hondureño que conocí en el euskaltegi. Estudió en su país ciencias políticas. Es inteligente, pues a los cuatro meses ya mantenía diálogos en euskara con la irakasle. Trabaja de camarero y de vez en cuando nos reunimos porque es una fuente de sabiduría que entusiasma. De una lógica aplastantes. Sobre la democracia opina que exige un nivel mínimo de renta y cultura, de lo contrario es como» querer lavar la cabeza a un burro: es perder tiempo y jabón», según un dicho hondureño. Cree que es un engaño propagar en Honduras la idea de la democracia, cuando el 70% de la ciudadanía no sabe si va a comer ese día o que más del 50% de la población no sabe leer. Es una manera de perpetuarse los que poseen la riqueza y los instrumentos de poder del estado. Resulta una ironía convocar elecciones, pues los candidatos son los caciques que previamente se reparten los cargos. Si participa alguno con capacidad de entusiasmar a la población siempre sobrevuela el riesgo de un golpe de estado. Opina que hay que potenciar a reconocidos líderes y patriotas honestos que difundan la necesidad de un plan de inmersión de educación básica para que, como mínimo, el 50% de la población aprenda a leer y a escribir a corto plazo. Eso es lo revolucionario, pues si logran el poder podrán presentar a la población objetivos de emergencia comprensibles. Considera que la idea ya está activada en China, pues la toma del poder revolucionario por Mao ha llevado a un desarrollo espectacular a 1.400 millones de personas a las que impuso un plan de educación masivo activando la economía con altas tasas de crecimiento, creando riqueza y empleos bajo un régimen disciplinario riguroso, pero que le ha permitido sobrepasar a la decadente USA y acumular el 50% de las divisas planetarias. En estas circunstancias el régimen autoritario se va abriendo por la propia lógica del efecto de la cultura y el progreso provocando un sentimiento nacional del que se sienten orgullosos y pueden oponer sus logros a las vergüenzas de las «democracias del mundo capitalista» que genera políticos peligrosos como Trump, Johnson o Bolsonaro. Edgar las llama «Democracias de retrete» que crean pobreza y marginación, además de tener que soportar que las deudas públicas de EEUU o España l están en manos de la «dictadura comunista China».

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