Hace pocos días nos dejaba Juan Carlos Irizar,
gran músico y compositor y sobre todo, excelente persona. Recuerdo con mucho cariño el día que nos conocimos al coincidir visitando a otro gran amigo, Vicente Zaragüeta.

El destino nos unió en una estrecha amistad y amor sincero, que traspasaba más allá del ámbito musical. Digamos que la dichosa pandemia mundial que nos azota con fuerza, no ha sido capaz de separarnos ni de arrebatarnos todos esos proyectos a futuro que tenía en mente el gran maestro.

Como bien recalcaba Rafael Larreina en su recuerdo, Juan Carlos siempre quedará entre nosotros a través de su gran legado, tanto musical como humano.

Nunca olvidaré todos aquellos bellos momentos vividos actuando juntos, esas colaboraciones solidarias para el Hospital Aita Menni y las Hermanas Hospitalarias en Chillida Leku, los conciertos por el goierri, Hondarribia... Infinidad de emotivos encuentros que perdurarán en nuestros pensamientos.

Al igual que aquel disco que presentó en su día en su Aquarium del alma, "Bihotzeko izarrak", estrellas del corazón, su estrella brillará etérnamente junto a la de Zaragüeta, guiando nuestros caminos por el sendero de la paz, la libertad y la convivencia.